El Adviento es preparación para la Navidad. El día de Navidad, Jesús abrirá su escuela a los hombres: escuela de la verdad, escuela de santidad, escuela del amor (Prediche. Diciembre 1952-53, 6).
La devoción a la Santísima Virgen es un tesoro. Bienaventurada aquella alma que posee este tesoro: nunca quedará sin la gracia en ningún peligro y circunstancia de la vida, esta alma siempre tendrá el dinero para comprar cualquier gracia de Dios (FSP30*, 72).
Recordemos bien que debemos convertirnos y el gran defecto que debemos eliminar es el orgullo, que no nos permite recibir bien las observaciones, nos vuelve hipócritas, ridículos delante de todos, extraños y locos al hablar (FSP31*, 165).
Existen muchos grados de la devoción a María Santísima, pero hay tres principales: 1) consiste en rezarle; 2) consiste en imitarla; 3) consiste en vivir como María (FSP30*,69).
Cuánto bien surge de la comunicación con Jesús, con Dios, en la Comunión, en la meditación, especialmente en la Visita al Santísimo Sacramento (AP 1958/1, 54).
Ejercitarnos en la esperanza a través de la oración; y luego, si surge algún sentimiento de desesperación, tranquilizarse: «Señor, espero en los méritos de tu pasión y muerte, y me propongo hacer lo que debo hacer, con las buenas obras que debo y quiero hacer para ganar el paraíso» (AP 1957, 267).
Cristo no es un rey que se impone con la fuerza, sino con el amor, el amor más exquisito y sólo con esto se ha ganado el corazón [de ustedes] (FSP31*, 200).