lunes, 26 de noviembre de 2018

26 de noviembre- Memoria del Beato Santiago Alberione

Hoy, todas las ciudades del mundo donde está presente la F.P, han celebrado con gozo la memoria de nuestro Padre Fundador, el Beato Santiago Alberione. Todos unidos en un sentir común, y en el deseo de caminar siguiendo el deseo de nuestro Beato: "que fuésemos santos". Es mucho el camino aún por recorrer para que podamos llegar a serlo, muchas nuestras debilidades, pero también existe en nosotros el deseo de caminar tratando de mejor servir a Dios y a su Iglesia, como la sirvió el P. Alberione. No arrojamos la toalla y pedimos que él siga cuidando de todos nosotros y despertándonos de nuestros letargos, para que no nos desviemos de la misión que se nos ha encomendado: evangelizar a través de los medios de comunicación social; las diez ramas de ese frondoso árbol que es la Familia que él fundó, seguirá en el empeño de dar los frutos que estamos llamados a dar, siendo estímulo y ayuda mutua para tal fin.

Felicidades a toda la Familia  Paulina dispersa por el mundo

BEATO SANTIAGO ALBERIONE 
RUEGA POR NOSOTROS

26 de noviembre


sábado, 3 de noviembre de 2018

Celebración de la Solemnidad de Jesús Maestro

El P. Miguel Carmen que presidió la Eucaristía, en la Casa de las Pías Discípulas, en Madrid, junto a otros sacerdotes paulinos que concelebraron con él,  nos ha permitido compartir la homilía, por ello le damos las gracias.
Buenas tardes queridos hermanos y hermanas. En este día en que celebramos la solemnidad de Jesucristo divino maestro, como Familia Paulina, devoción titular de nuestras hermanas Pías Discípulas y titular también del Instituto Jesús sacerdote, es bueno recordar y volver a las palabras de nuestro fundador, quien decía que la devoción a Cristo maestro, camino, verdad y vida «no se reduce a la simple oración o a algún canto, sino que envuelve a toda la persona», en este sentido, es una devoción holística, integral, total. Sigue el fundador: «esta devoción no debe reducirse a la oración, sino que partiendo de la oración debe extenderse a toda la vida apostólica, ya que el fruto de nuestro apostolado es proporcional a esto, a presentar a Jesucristo camino, verdad y vida», y para presentarlo hay que vivirlo, hay que tener esa experiencia de encuentro fundante con él y que cambia toda nuestra existencia.
A lo largo de nuestra vida existen momentos, digamos, privilegiados, y uno de ellos es el minuto, o los segundos en los que Cristo se encontró con nosotros y nos llamó, para estar con él, ser sus amigos y para anunciar que él es el camino, la verdad y la vida.
Esta experiencia de encuentro con él, esta experiencia de amistad es, como he dicho, fundamental, por ello no es una experiencia cualquiera. La amistad es comunicación íntima, profunda, sin medias tinta. La amistad es comunión. Solo podemos ser amigos si estamos juntos, no solo juntos físicamente, sino juntos en relación. Y Jesús es el maestro que nos enseña a entrar en relación con los demás. Jesús es el que nos enseña como hay que dar la vida, cuál es el camino que debemos seguir, que no es otro que el del amor y la misericordia; Jesús es el maestro que nos enseña a ser personas verdaderas… Jesús es nuestro amigo. Un aturo italiano, Luigi María Epicoco, reflexiona sobre un versículo del relato de los discípulos en el camino de Emaús: «... mientras ellos hablaban y discutían, Jesús mismo se les acercó y se puso a caminar con ellos» (Lc 24,14-15) texto bien conocido por todos nosotros. Dice el autor:

Juntos.
Es una de esas palabras que entendemos aun antes de saber pronunciarla.
Nacemos ya juntos.
Nacemos ya dentro de alguien.
El vientre de nuestra madre es ya una relación.
Nuestras primeras experiencias de existencia son con alguien, dentro de alguien.
Hay quienes dicen que nos pasamos la vida intentando entrar de nuevo en el vientre de nuestra madre. A mí me gusta pensar que nos pasamos la vida buscando relaciones vitales, relaciones que nos hagan vivir de verdad.
Ese cordón umbilical no deja pasar solo lo que nos nutre, sino sobre todo lo que nos hace vivir. Porque la vida no es solo un hecho biológico, sino algo mucho más profundo.
Pensar que la libertad es emanciparse de la palabra «juntos» significa condenarse no solo a la soledad, sino a la misma muerte.
La libertad es una relación que me hace vivir de verdad.
Si no puedo vivir, ¿cómo voy a ser libre?
Por lo tanto, «juntos» indica la necesidad de vivir siempre en relación.
Ni siquiera se puede ser feliz solos.
En este sentido, nacer en un laboratorio no es como nacer en el vientre de una madre. Porque el problema no es solo venir al mundo, sino recordar que el modo en el que se viene al mundo también me dice quién soy realmente.
Cuando era pequeño, el peor castigo que se le podía dar a un compañero era dejarlo solo.
Qué sentido tiene un juego si estás solo.
Qué sentido tiene una sonrisa si estás solo.
Qué sentido tienen las lágrimas si estás solo.
Pero ¿qué tiene que ver toda esta consideración con la narración de Emaús?
Prácticamente todo.
Si bien es cierto que estos discípulos están viviendo un camino de vuelta, una experiencia de decepción, un recorrido hacia la propia autenticidad, también es cierto que se trata de una experiencia humana, y lo es porque están «juntos». –Y recordemos queridos hermanos y hermanas que lo humano, gracias a Jesucristo, no es lo opuesto a divino, en Jesucristo, cuanto más humanos somos más participamos de la divinidad, a su imagen y semejanza nos creó Dios–.
[…] La amistad es esa relación que nos hace seguir [teniendo esperanza] aun cuando la vida parece quitarnos todo.
Estos dos discípulos ya no tienen ninguna certeza, –como nos puede pasar a nosotros en estos tiempos que corren, no tenemos vocaciones, las obras de apostolado quizá no marchen como deberían, nuestras comunidades están envejecidas… y tantas cosas más–, pero los dos discípulos están juntos, y Jesús con ellos, y eso cuenta muchísimo, de hecho, es lo que más cuenta. No estamos solos, Jesús está con nosotros.
Hay que ser amigos, [amigos de Jesús que nos dice]: «Ya no os llamo siervos, sino amigos» (cf Jn 15,15), Y les dice, a sus discípulos y a nosotros que «nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15,13).
[…] El amor más grande es dar la vida por los amigos. Pero, si no se tienen amigos, ¿cómo se podrá dar la vida? ¿A quién se le dará esa vida? A todo lo que no te hace feliz. Darás la vida por la carrera, por tu buen nombre, por una causa justa, para construir el mejor hospital de África, incluso por una consagración, pero el amor más grande no es construir hospitales en África, sino dar la vida por los amigos. Así que, si quieres construir un hospital en África, acuérdate de que primero tienes que aprender a reconocer en aquella gente a tus amigos; de lo contrario, el tuyo no será el amor más grande, sino la caricatura del amor, lo que san Pablo describe del siguiente modo:
«Aunque hable las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, no soy más que una campana que toca o unos platillos que resuenan. Aunque tenga el don de profecía y conozca todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tenga tanta fe que traslade las montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque reparta todos mis bienes entre los pobres y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve» (1Cor 13,1-3).
La devoción a Jesucristo camino, verdad y vida, devoción que compromete toda nuestra persona, todo nuestro ser, más que una simple espiritualidad piadosa de cantos y rezos, debe ser de encuentro, de amistad, que se concretiza en nuestras relaciones interpersonales, comunitarias y apostólicas y solo así, quizá, podremos decir con san Pablo, ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí.

3 de noviembre


viernes, 2 de noviembre de 2018

2 de noviembre


Celebración jubilar

El pasado 20 de octubre os comunicamos los 50 años de fidelidad sacerdotal de los padres Benito Pérez y Pedro Teodosio. Hoy, agradecemos al P. Lázaro, Superior Provincial, nos permita compartir la Homilía que pronunció en la celebración Eucarística. 


Buenos días: Queridos Hermanos Paulinos, miembros de la Familia Paulina, familiares y amigos de Benito y de Pedro. En nombre de los dos homenajeados, sed todos BIENVENIDOS a esta vuestra casa, para celebrar la fiesta de sus BODAS DE ORO sacerdotales. 
La celebración de un jubileo  es siempre motivo de mucha alegría, para los interesados en primer lugar, y también para cuantos os acompañamos en este feliz acontecimiento. Esta efemérides nos sitúa ante la sucesión de instantes, días, semanas, meses y años; es el entramado y misterioso tejido del tiempo. HOY celebráis nada menos que medio siglo de sacerdocio paulino, cinco decenios de vida, de fidelidad, de pruebas, de alegrías, de dificultades, de acción de gracias a Dios por todo lo bueno que os ha deparado la vida: vuestros padres y familiares, amigos y diversos compañeros de viaje. Esta fiesta se presta para hacer una especie de balance, casi como rebobinando el acontecer de los años, vividos con la nota predominante y positiva de vuestra entrega al servicio del prójimo anunciando el Evangelio de Jesucristo, a través de los medios de comunicación. El mismo Papa Francisco os invita, nos invita a todos, a mirar el pasado con agradecimiento, el presente con pasión, y el futuro con esperanza.
Jugando un poco con el concepto TIEMPO, podemos situarnos ante el reloj, mirando al cielo para ver si llueve o luce el sol, esperando la llegada de un ser querido en la estación de tren o autobús, en la silla del dentista, disfrutando con una compañía agradable, etc. etc. son muchos los tiempos diversos y relativos. Para San Pablo hay otro tiempo original y sugestivo: es el KAIRÓS, el tiempo del Espíritu, como oportunidad de gracia, vaya! que es una ganga, el aquí y el ahora, la presencia actualizada de todo lo bueno de nuestra vida: la familia, la comunidad, la amistad, el amor, la ternura que podemos vivir y demostrar cada día, cada instante. Por estos caminos nos lleva el Espíritu, en un tiempo concreto, desembocando en la dimensión de eternidad, pero ¡claro! Esto no nos cabe en la cabeza, aunque lo creemos firmemente.
Hoy, en vuestra fiesta de oro, no queremos dejarnos llevar por nostalgias ni añoranzas estériles. Estos 50 años de vuestra consagración sacerdotal son motivo de la alegría para vosotros y nosotros, han sido parte importante de vuestra vida, entretejida con tantas y tan diversas experiencisa vividas por vosotros con amor y con pasión, con gozo y con dolor, pero siempre con proyección de futuro… al menos por otros 50 años! Bueno, sin falsas modestias, será lo que Dios quiera! Lo dejamos a su misericordia.
Estos aspectos, y otros que no tenemos tiempo de reseñar ahora, os sitúan, nos sitúan a todos en el plano de la FIDELIDAD. Y ser fieles en el sentido más profundo, no se refiere a cumplimientos, ni a normas o preceptos. Es la vida en su conjunto, vivida en la misma dirección, asumiendo los vaivenes del camino, que nadie escapa a ellos. Que hayáis alcanzado esta meta implica un esfuerzo continuado, superando los momentos de “pausa” o incluso de cierta desorientación; precisamente en el límite de todo lo humano, superado día a día, radica la fuerza de la perseverancia.
El otro gran motivo de vuestra celebración es el AGRADECIMIENTO: vosotros conocéis mejor que nadie todos los motivos que tenéis para estar agradecidos a Dios, a vuestra familia, a la comunidad, a los amigos y a muchos compañeros. Nosotros nos sumamos a todos esos agradecimientos, y agradecemos mucho a Dios por vuestras vidas, y por vuestra entrega generosa a la causa del apostolado paulino. Vuestra perseverancia domina el tiempo, y os hace protagonistas ineludibles de vuestra propia historia. La fidelidad y el agradecimiento no afectan solo al individuo, sino que se convierten en una cuestión familiar, comunitaria, eclesial y social.
Por esto, hoy, nos sentimos embargados de gratitud a Dios y a vosotros, queridos Pedro y Benito, porque habéis mantenido vuestra respuesta de fidelidad y agradecimiento por vuestra respuesta positiva y generosa a la llamada de la vocación paulina, durante estos 50 años.
Decía Pablo a Los Corintios, y hoy a nosotros: “Dios nos ha elegido en Cristo antes de la fundación del mundo, para que fuésemos buenos e intachables ante Él por el amor”. Este “desde siempre” nos traslada a un “para siempre” (y no es magia barata), pues este proceso, movido por el Espíritu, nos conduce hacia la eternidad. Creemos que en la casa común del Padre misericordioso nos encontraremos todos.
Que el Maestro, Camino, Verdad y Vida de la  humanidad, su Madre María, Reina de los Apóstoles y San Pablo Apóstol, sigan siendo vuestras referencias como Paulinos, y nos bendigan a todos. ASÍ SEA.

Lázaro García
Provincial SSP





jueves, 1 de noviembre de 2018

1 de noviembre


Intenciones mes de noviembre

DEL PAPA
UNIVERSAL: Para que el lenguaje del corazón y del diálogo prevalezca siempre sobre el lenguaje de las armas.

DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL
Por los cristianos perseguidos, para que sientan el consuelo y la fortaleza de Dios, así como la ayuda  de nuestra oración. Y con el fin de que nunca se invoque el nombre santo de Dios para justificar la violencia y la muerte.