El mes de mayo, mes dedicado a María, nuestra Madre buena, trae consigo numerosos momentos para ayudarnos a valorar y comprender todo el amor del Padre hacia nosotros y las numerosas gracias recibidas.
Este año ha comenzado el mes con el agradecimiento más a nivel humano, pero que en sí, encierra un agradecimiento a Dios, agradecimiento a nuestras madres que han colaborado junto con nuestros padres en el plan de Dios para cada uno de nosotros.
La verdad es que somos muy afortunados. Dios nos ha regalado una madre maravillosa a cada uno, una madre que se ha desvivido por cada uno de de sus hijos y por toda la familia, que siempre cuida de nosotros y sabemos que en todo momento contamos con su apoyo, un Ángel en cada familia, Gracias a nuestras madres los que aún gozan de ella y a las madres que ya han partido a la Casa del Padre y, desde ella siguen cuidando de toda su familia.
Pero además, a todos nos une el Amor a nuestra Madre del Cielo, su propia madre, que nos ayuda en este camino que es la vida, con su consejo, su compañía y guía. María, que no se cansa de esperar como dice la canción, ella siempre nos acoge con su abrazo maternal, si sabemos acudir a ella, y haciéndonos como niños le pedimos nos acoja.
Y aún Dios nos ha dado una madre más: "la Santa Madre Iglesia", ella nos ha alumbrado a la vida de hijos de Dios, nos alimenta con la Eucaristía, restablece nuestra unión con Dios y nos da la Gracia con el Sacramento de la Reconciliación y aún más, nos unge para fortalecernos y darnos los dones del Espíritu Santo, los mismos dones que recibieron los apóstoles en Pentecostés.
Más aún, Cristo se queda en el Sagrario donde aguarda nuestra visita, bien para darle gracias o para atendernos en nuestras preocupaciones, El siempre nos escucha y nos llena de paz.
Que bien ha comenzado este mes.