Ayer, en la
Iglesia celebramos la Solemnidad de todos los Santos. Si bien es costumbre
ir a visitar los cementerios y llevarles unas flores en muestra de que perviven
en el recuerdo, el más importante y
precioso ramillete es el de la oración. Sabemos que en el cielo hay infinidad
de santos aunque no hayan sido reconocidos oficialmente por la Iglesia. Recordemos
que todos, por nuestro Bautismo, estamos llamados a la santidad. Sigamos las
huellas de Cristo y de tantas personas que nos han precedido y nos han dado su
ejemplo. ¡Feliz día de todos los Santos!