lunes, 8 de enero de 2018

Ecos de Navidad

Aún resuena en nuestra alma los días en que hemos celebrado que Dios nos ama, tanto, que nos envió a su Hijo tomando carne humana, nacido de la Virgen María, y como creyentes y no creyentes han compartido la alegría y los buenos deseos, ya sea por la Navidad y para el año nuevo o tan solo para felicitar el año.

Y nos encontramos nada más pasar la Epifanía, la manifestación de Dios hecho hombre a los Magos de Oriente, y a toda la humanidad,  y estos le adoraron ofreciéndole sus dones : 
oro, propio de los reyes, en reconocimiento de su realeza, 
incienso, era un aroma que se ofrecía a la divinidad, reconociendo que era Dios 
mirra, sustancia que se untaba a las personas que morían, por lo que reconocían su humanidad, y como hombre habría de morir.

Los hogares se llenan de la alegría de los niños que reciben sus regalos, aunque hay muchos hogares en los que no les llegaran regalos porque viven en guerra que los deja en la mayor de las miserias, aunque tal vez para ellos su regalo consista en unas horas de paz  en las que puedan por unos momentos volver a jugar.

Mientras, nosotros los adultos ¿sabemos agradecer los dones que recibimos?, el mayor don" Dios que viene a nosotros."

Ayer tuvimos de nuevo una manifestación y un don: el Bautismo de Jesús en el Jordán y, con él, el comienzo de su vida pública. Es una Teofanía de la Santísima Trinidad, Jesús que es bautizado por Juan, el Espíritu Santo que desciende sobre él y la voz del  Padre que dice: "Este es mi Hijo amado en quien me complazco"

Jesús se ha hecho uno de nosotros en todo menos en el pecado, y como tal nos enseña con su Bautismo una lección de humildad. Él espera, como los demás que nos sentimos pecadores, a ser Bautizado para mostrarnos el camino de la salvación.

Que recordemos que nosotros fuimos bautizados y con nuestro bautismo recibimos el más precioso don, el ser hijos de Dios, y con ello la Fe, esa Fe que hemos de cuidar y no pensar que podemos dejarla arrinconada. Necesita ser regada para que crezca y se mantenga viva, con la oración, la meditación, la Visita al Santísimo, la participación en la celebración Eucarística, ...

Gracias Padre Dios por darnos a tu Hijo, por hacernos hijos tuyos por el Bautismo, y por la familia que  se ha preocupado de que vayamos creciendo en la Fe y el amor agradecido a la Santísima Trinidad y a María que con su Si, hizo posible la Encarnación.

Rosa Mª. C.M.