Hoy, todas las anunciatinas del mundo hemos estado unidas, junto a la Familia Paulina, para celebrar la Anunciación del Señor, titular de nuestro Instituto, aunque desde ayer ya comenzamos nuestra acción de gracias, pues como más adelante podréis ver, celebrábamos la aprobación de nuestro Instituto por la Iglesia.
Este año al coincidir la Solemnidad litúrgica de la Anunciación y Encarnación, cuya celebración es el 25 de marzo, con el Domingo de Ramos, se ha trasladado al primer día litúrgicamente hábil que es hoy, lunes de la 2 ª semana de Pascua, 9 de abril.
Esta Solemnidad recuerda el anuncio del arcángel Gabriel a la Santísima Virgen: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.... Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús" (Lc 1, 28.31)
El consentimiento de María, que precedió a la encarnación de la Palabra de Dios, tiene una enorme importancia en la Historia de la salvación; efectivamente, todo nos viene de la encarnación de la Palabra. Por eso la liturgia hace memoria solemne de este misterio de nuestra salvación, que fue posible gracias a la perfecta disponibilidad de María: "Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38)
El padre Alberione, gran devoto de María, vivió y sintió siempre la importancia de esta solemnidad, introducida en la espiritualidad paulina en relación con el magisterio de María, que da a Cristo al hombre y orienta al hombre hacia Cristo.
En su diario íntimo el padre Alberione escribió esta nota, sin fecha, pero que se remonta a los primeros meses de 1958: "A María, Madre, Maestra y Reina. Yo, indigno hijo tuyo, acepto de corazón la voluntad de tu Jesús: completar la Familia Paulina. Daré comienzo a tres Institutos: Jesús Sacerdote, Virgen de la Anunciación y San Gabriel Arcángel. Serán almas que "arden de amor a Dios y que transforman toda su vida en apostolado" (Pio XII, Provida Mater Eclesia)" (Don Alberione íntimo, 37)
Con fecha del 21 de marzo de 1959, el Padre Alberione había escrito una tarjetita de felicitación a cada una de las Anunciatinas para indicarles el modo de celebrar su fiesta, sugiriéndoles entre otras cosas, la "renovación del deseo y el propósito de la consagración a Dios"
(Tomado del libro de Liturgia de la Familia Paulina)