Profesar los votos perpetuos en el Instituto, es algo maravilloso.
Dar el SÍ definitivo al Amado, teniendo la certeza que, a pesar de mi poquedad y su totalidad, Él
siempre me ha amado, me ama y me amará. Su fuerza triunfa en mi flaqueza, como
diría Pablo. Este es nuestro tiempo, el tiempo de los laicos, de los
laicos consagrados. El mundo necesita de nosotros, de nuestro testimonio de
vida, de nuestro ejemplo, de nuestra esperanza y de nuestro amor. Gracias
infinitas a Dios por elegirme, por el Carisma dado al P. Alberione, por su
obediencia y su amor a las almas. Gracias a la toda la Familia Paulina, y
especialmente a los Institutos de Vida Secular Consagrada.