Hoy los cristianos celebramos la Natividad de María. Ella con su nacimiento volvió a traer la Esperanza al mundo. Nació preservada de pecado para ser la Madre de nuestro Salvador. Por una mujer, Eva, nos vino la perdición, por la humanidad de María nos vino la Salvación. Ella nos enseñó que para quien ama a Dios, es posible estar atentos a cumplir su voluntad. Nos enseñó a decir Sí a Dios, (aunque en un primer momento no sepamos como puede ser lo que nos pide), a fiarnos de Él. Nos enseñó lo que es la disponibilidad y generosidad, cuando visita a su prima Isabel. Nos enseñó lo que es la humildad y sencillez. Ella, la Madre de Dios, no reclamó los primeros lugares ni el ser ensalzada, simplemente actuó como una mujer más de su época, con sumo cuidado y delicadeza en el cuidado de su Hijo y en las necesidades de su entorno. Ella, la primera discípula de Jesús, nos dio la maravillosa lección de, como en el dolor, Ella estuvo al pie de la Cruz, y ahí nos recibe como a hijos queridos. Desde ese momento, sabemos que ante el dolor y la soledad no estamos solos: Ella, siempre como nuestra Madre Amorosa, está con nosotros e intercede por nosotros.
Madre, hoy te felicitamos por tu cumpleaños, no dejes que nos apartemos de ti, y si alguna vez lo hacemos, que sepamos que tú esperas nuestro regreso para comenzar a caminar de nuevo en pos del Señor, hasta la Patria celestial.
FELICIDADES MARÍA, MADRE NUESTRA