Dicha ordenación sacerdotal tuvo lugar en Roma, en la cripta del Santuario/Basílica dedicado a María Reina de
los Apóstoles, el 30 de junio de 1968, fecha en que en la Familia Paulina
celebramos la Solemnidad de San Pablo Apóstol, seguida con mucha atención por
un gran número de sacerdotes concelebrantes, entre los que en encontraba
nuestro propio Fundador, el hoy beato Santiago Alberione, y una numerosa
asamblea de fieles.
Entre los momentos más destacados de la festiva jornada de
ayer cabe destacar la solemne celebración Eucarística que, estuvo presidida por el P.
Lázaro García, Superior Provincial, teniendo a ambos lados a los dos sacerdotes
festejados, padres Benito y Pedro, con la participación de otros sacerdotes
concelebrantes y la asamblea participante, tuvo lugar en el casi repleto salón
multiusos de la Sociedad de San Pablo.
El P. Lázaro, en su homilía, seguida con mucha atención por
todos los allí presentes, glosó los perfiles humanos, religiosos y apostólicos
de ambos sacerdotes festejados y, en nombre propio y de parte de todas las
ramas de la Familia Paulina presentes en España y de sus familiares y amigos,
dio gracias a Dios por los 50 años de servicio sacerdotal de los padres Benito
y Pedro, así como por la fidelidad y generosidad con que ellos han vivido y
siguen viviendo su sacerdocio paulino. Y en la parte conclusiva de la Eucaristía,
tanto el P. Benito como el P. Pedro, ambos emocionados y con voces
entrecortadas, han dado gracias a Dios por haberlos llamado al sacerdocio en la
Sociedad de San Pablo y por las Comunidades en las que han vivido y viven
ahora, por el apostolado que han realizado y aún siguen realizando, por los
hermanos y hermanas de todas las Instituciones paulinas y por todos sus
familiares y amigos. “Sin vosotros”, han subrayado los dos, “es seguro que no
hubiéramos podido llegar aquí, ni ser lo que somos ni hacer lo que hemos hecho
y estamos haciendo”.
Por otra parte, hay que destacar también el momento de la comida, organizada en el patio de la Comunidad de Protasio Gómez.
Después de la comida, en la que se dio, como es natural, un coloquio alegre
de los comensales, llamó la atención de todos, en la hora de los postres y el
café, la actuación de una de las Tunas de Madrid que, con sus característicos y
pegadizos sones, puso el broche de oro a la comida y, prácticamente, a la jornada festiva.
Antonio Maroño SSP