El pasado 19 de enero la Familia Paulina se reunió en Protasio para participar en el funeral por Dolorcitas.
Y el pasado 21 del presente mes, en la parroquia de Dolorcitas se ofició el funeral por el descanso de su alma y a él asistieron miembros de la Familia Paulina, familiares, siendo presidida por el Párroco y concelebrada por nuestro Delegado p. Antonio Maroño amistades y quienes trabajaron con ella en la Pastoral de la salud.
Y el pasado 21 del presente mes, en la parroquia de Dolorcitas se ofició el funeral por el descanso de su alma y a él asistieron miembros de la Familia Paulina, familiares, siendo presidida por el Párroco y concelebrada por nuestro Delegado p. Antonio Maroño amistades y quienes trabajaron con ella en la Pastoral de la salud.
Carmen Carreras Fernández, como miembro de la
Pastoral de la Salud y madre de una anunciatina, María Dolores Ramírez
Carreras, dio su testimonio, que seguidamente compartimos:
Querida Dolorcitas:
Quisiera compartir con todos los presentes
algo de lo que nos dejaste en tu paso por nuestras vidas y por lo que queremos
dar gracias a Dios en este día.
Hará unos 25 años me acerqué al P. Ruíz
para preguntarle qué podría hacer en la parroquia. tú estabas presente, aún no
te conocía, y le sugeriste que encajaría bien en la Pastoral de la Salud.
Yo te dije: Es que no sabría que
hacer.
Me cogiste fuerte y me contestaste: No
tienes que decir o hacer nada, sólo tienes que cogerles de la mano y
escucharlos, es lo que necesitan; los ancianos son muy agradecidos.
A partir de ahí todo lo aprendí de ti; la
Pastoral llegó a ser para mí una vocación.
No sólo yo, todas aprendimos de ti.
Durante mucho tiempo fuiste responsable
del grupo y eras el centro de unión de todas. Antes de organizar las visitas,
traías tu evangelio y meditabas algún pasaje. Aún no olvidamos aquel día que
leímos la Transfiguración. Llamaste a aquella charla " Mi Tabor", y
nos animaste a que cada una hablara de su Tabor. Como en aquella ocasión,
siempre tus palabras, cálidas y profundas, eran para nosotras lluvia suave que
nos empapaba de Dios. De allí salíamos con fuerza para evangelizar a nuestros
ancianos.
No podemos contar todo. Han sido muchas
vivencias, unas gozosas y otras menos; todo fue parte de la vida y la
convivencia en un proyecto común. Y sabemos que el empuje y el ánimo que nos transmitías eran el fruto de tu vocación en la Iglesia como Anunciatina, hija
del P. Alberione, que puso en tu corazón, como fuego, del deseo de apostolado
que siempre te movió.
Ahora te has reunido en el cielo con tu
familia espiritual y de sangre, pero para nosotras siempre permanecerás en
nuestro recuerdo.