Dolores Báez D.E. P. |
Fue una de las tres primeras Anunciatinas de
España, juntamente con Guadalupe Lozano (fallecida el 16 de enero de 2002) y
Dolores Andréu Galán. Las tres comenzaron el Noviciado el 8 de diciembre de
1981, fecha que marca precisamente la fundación de este Instituto en nuestro
país.
Ahora que ya vamos asimilado su partida, es
el momento de comunicar este hecho que forma parte de la vida y que suscita
emociones encontradas, pues humanamente duele la separación, pero desde la fe
nos consta que ella ha retornado a la Casa del Padre.
Durante su vida supo de
esfuerzos y sin sabores. Nació en los Palacios, Sevilla, el 9 de abril de 1936,
año complicado para los españoles, por el comienzo de la guerra civil. Tuvo dos
hermanos: un hermano y una hermana.
Ella,
ya de pequeña, tenía mucha relación con la Parroquia, incluso tenía un director
espiritual siendo muy joven; con el que siguió su relación hasta que dicho
sacerdote falleció, por lo que Dolorcitas, como nosotras la llamábamos, ha sido
siempre una persona de oración.
Era
una persona que se relacionaba con todo el mundo, por su carácter andaluz,
abierto y hablador. Muy sensible a cualquier necesidad de los demás y al mismo
tiempo muy sensible en los pequeños contratiempos.
Con
13 años comenzó su formación profesional, empezó a prepararse para modista y
consiguió el título profesional en un taller de prestigio, profesión de la que
ella se sintió muy orgullosa.
Trabajó
en un Colegio del Ayuntamiento como cuidadora de párvulos y ayudando a los profesores
con los niños de Educación especial, y cuando Dolores hablaba de sus niños se
emocionaba de la relación tan entrañable que tenía con ellos y también con el
personal docente y compañeros de trabajo. Los cuales la apreciaban mucho por su
gran disposición siempre a cualquier necesidad.
Entre una ocupación y otra, aún supo sacar
tiempo para aportar su valiosa colaboración en el Equipo de Pastoral de la
Salud de su propia parroquia. Y además de todo esto, dedicó largos años de su
vida a cuidar con esmero y mucho cariño a los enfermos de la familia: entre
otros, a su propia madre, a una tía, a su cuñada, a su hermano y a un sobrino,
al que llegó a querer como a un hermano.
A nuestra hermana Dolores, que ha sido uno
de los pilares más sólidos de las Anunciatinas en España, y que siempre vivió
muy interesada por las vocaciones para su Instituto y toda la Familia Paulina,
le pedimos que siga intercediendo por ellas, también ahora, en la Casa del
Padre