jueves, 17 de enero de 2019

Dolores Baez ha regresado a la Casa del Padre

Dolores Báez D.E. P.
Nuestra Hna. Dolores Báez, anunciatina, fue llamada a la Casa del Padre el pasado 11 de Enero. Ingresó en el Instituto “Virgen de la Anunciación”, en Las Rozas (Madrid), el 15 de agosto de 1980. Comenzó el Noviciado, en Las Rozas, el 8 de diciembre de 1981. Emitió la primera profesión, en Las Rozas, el 8 de diciembre de 1983 y se consagró definitivamente al Señor, también en Las Rozas, el 4 de diciembre de 1988.
Fue una de las tres primeras Anunciatinas de España, juntamente con Guadalupe Lozano (fallecida el 16 de enero de 2002) y Dolores Andréu Galán. Las tres comenzaron el Noviciado el 8 de diciembre de 1981, fecha que marca precisamente la fundación de este Instituto en nuestro país.       
Ahora que ya vamos asimilado su partida, es el momento de comunicar este hecho que forma parte de la vida y que suscita emociones encontradas, pues humanamente duele la separación, pero desde la fe nos consta que ella ha retornado a la Casa del Padre.
Durante su vida supo de esfuerzos y sin sabores. Nació en los Palacios, Sevilla, el 9 de abril de 1936, año complicado para los españoles, por el comienzo de la guerra civil. Tuvo dos hermanos: un hermano y una hermana.                       
Ella, ya de pequeña, tenía mucha relación con la Parroquia, incluso tenía un director espiritual siendo muy joven; con el que siguió su relación hasta que dicho sacerdote falleció, por lo que Dolorcitas, como nosotras la llamábamos, ha sido siempre una persona de oración.
Era una persona que se relacionaba con todo el mundo, por su carácter andaluz, abierto y hablador. Muy sensible a cualquier necesidad de los demás y al mismo tiempo muy sensible en los pequeños contratiempos.
Con 13 años comenzó su formación profesional, empezó a prepararse para modista y consiguió el título profesional en un taller de prestigio, profesión de la que ella se sintió muy orgullosa.
Trabajó en un Colegio del Ayuntamiento como cuidadora de párvulos y ayudando a los profesores con los niños de Educación especial, y cuando Dolores hablaba de sus niños se emocionaba de la relación tan entrañable que tenía con ellos y también con el personal docente y compañeros de trabajo. Los cuales la apreciaban mucho por su gran disposición siempre a cualquier necesidad.
Entre una ocupación y otra, aún supo sacar tiempo para aportar su valiosa colaboración en el Equipo de Pastoral de la Salud de su propia parroquia. Y además de todo esto, dedicó largos años de su vida a cuidar con esmero y mucho cariño a los enfermos de la familia: entre otros, a su propia madre, a una tía, a su cuñada, a su hermano y a un sobrino, al que llegó a querer como a un hermano.

A nuestra hermana Dolores, que ha sido uno de los pilares más sólidos de las Anunciatinas en España, y que siempre vivió muy interesada por las vocaciones para su Instituto y toda la Familia Paulina, le pedimos que siga intercediendo por ellas, también ahora, en la Casa del Padre