Eran los
años finales de los setenta. Después de una mala convivencia con un hermano que
“era sacerdote”, dejé de ir a la iglesia. Aunque nunca la negué, era incapaz de
entrar en ella para rezar. Me encontraba vacía por dentro. Necesitaba buscar en
mi interior a Dios y comencé prudentemente a ir a la
iglesia. Entonces convivía con mi madre y necesitaba que vinieran a darle la
comunión a casa. Así fue como empecé a entrar en la iglesia y, de vez en
cuando, iba a Misa. “Mi madre sabía nada de esto”: Que no iba a Misa. Era por
los años noventa.
Cuando murió
mi madre, en el año 1999, yo seguía en las mismas condiciones. Cuando venía de
trabajar me sentaba a pensar, sin poder pensar. Era la década de los 2000 y
muchas veces desde el trabajo venía a casa andando y comencé a rezar el Rosario
por el camino. Al menos hablaba con Dios. Es lo que me decía yo por el camino.
Fue por entonces cuando comencé a ir a la librería San Pablo, en la calle
Alcalá (Madrid), a comprar libros que me ayudaran interiormente.
Sería, más o
menos, a partir de los años 2012-2013 que estando un día en la librería vi unos
folletos de charlas que se daban en el Aula San Pablo de los Paulinos (Calle
Protasio Gómez) sobre diversos temas de espiritualidad. Participé en casi todos
los Encuentros que se dieron en aquellos años. Allí hablé como unas tres o
cuatro veces con el P. Agapito Aliende (q.e.p.d) y después vi los folletos que
presentaban los Institutos Paulinos, aunque no estaban todos. No vi los
folletos sobre las Anunciatinas en aquellas fechas.
Más
adelante, en otro ciclo de charlas, fue cuando vi los folletos sobre las
Anunciatinas. Los leí y pregunté con quién podría hablar para que me explicaran
lo del Instituto y el P. Agapito me remitió al P. Antonio Maroño, que por
entonces era Superior Provincial.
Yo quería
consagrarme al Señor, pero quería estar fuera, en la vida cotidiana. Vivir
entre la gente para ayudar, sobre todo, a las personas mayores, porque se
encontraban y se encuentran muy solas. Antes de participar en las charlas me
había pasado por la mente ir a un convento de clausura, no para ingresar, sino
para informarme de su estilo de vida y de su espiritualidad por si podría ser
útil para mi vida.
Fue entonces
cuando empecé a ver que mi ideal de vida consagrada lo podía realizar en el
Instituto Paulino de Vida Secular Consagrada Virgen de la Anunciación, cuyos
miembros viven en familia, entregados a sus profesiones, cerca de la gente para
poder ayudarla y, al mismo tiempo consagrarme a Dios en la secularidad.
Después de
un tiempo de preparación, comencé el Postulantado, en Madrid, el 8 de abril de
2013. En coincidencia con un Encuentro de las Anunciatinas en Dos Hermanas
(Sevilla), comencé el Noviciado, el 8 de diciembre de 2013. A su conclusión, el
20 de febrero de 2016, emití la primera profesión, en el Monasterio de las
Oblatas (Madrid). Y actualmente estoy viviendo el bienio de consagración al
Señor y comenzando a prepararme adecuadamente, si esa es la voluntad de Dios,
para la profesión Perpetua, que podrá ser a comienzos del 2021.