miércoles, 18 de diciembre de 2019

Testimonio vocacional

Hoy día de Nuestra Señora de la Esperanza, reanudamos la publicación de nuestros testimonios vocacionales. Teresa Álvarez, nos ofrece su testimonio. Reside en Madrid.


Eran los años finales de los setenta. Después de una mala convivencia con un hermano que “era sacerdote”, dejé de ir a la iglesia. Aunque nunca la negué, era incapaz de entrar en ella para rezar. Me encontraba vacía por dentro. Necesitaba buscar en mi interior a Dios y comencé prudentemente a ir a la iglesia. Entonces convivía con mi madre y necesitaba que vinieran a darle la comunión a casa. Así fue como empecé a entrar en la iglesia y, de vez en cuando, iba a Misa. “Mi madre sabía nada de esto”: Que no iba a Misa. Era por los años noventa.

Cuando murió mi madre, en el año 1999, yo seguía en las mismas condiciones. Cuando venía de trabajar me sentaba a pensar, sin poder pensar. Era la década de los 2000 y muchas veces desde el trabajo venía a casa andando y comencé a rezar el Rosario por el camino. Al menos hablaba con Dios. Es lo que me decía yo por el camino. Fue por entonces cuando comencé a ir a la librería San Pablo, en la calle Alcalá (Madrid), a comprar libros que me ayudaran interiormente.

Sería, más o menos, a partir de los años 2012-2013 que estando un día en la librería vi unos folletos de charlas que se daban en el Aula San Pablo de los Paulinos (Calle Protasio Gómez) sobre diversos temas de espiritualidad. Participé en casi todos los Encuentros que se dieron en aquellos años. Allí hablé como unas tres o cuatro veces con el P. Agapito Aliende (q.e.p.d) y después vi los folletos que presentaban los Institutos Paulinos, aunque no estaban todos. No vi los folletos sobre las Anunciatinas en aquellas fechas.

Más adelante, en otro ciclo de charlas, fue cuando vi los folletos sobre las Anunciatinas. Los leí y pregunté con quién podría hablar para que me explicaran lo del Instituto y el P. Agapito me remitió al P. Antonio Maroño, que por entonces era Superior Provincial.

Yo quería consagrarme al Señor, pero quería estar fuera, en la vida cotidiana. Vivir entre la gente para ayudar, sobre todo, a las personas mayores, porque se encontraban y se encuentran muy solas. Antes de participar en las charlas me había pasado por la mente ir a un convento de clausura, no para ingresar, sino para informarme de su estilo de vida y de su espiritualidad por si podría ser útil para mi vida.

Fue entonces cuando empecé a ver que mi ideal de vida consagrada lo podía realizar en el Instituto Paulino de Vida Secular Consagrada Virgen de la Anunciación, cuyos miembros viven en familia, entregados a sus profesiones, cerca de la gente para poder ayudarla y, al mismo tiempo consagrarme a Dios en la secularidad.

Después de un tiempo de preparación, comencé el Postulantado, en Madrid, el 8 de abril de 2013. En coincidencia con un Encuentro de las Anunciatinas en Dos Hermanas (Sevilla), comencé el Noviciado, el 8 de diciembre de 2013. A su conclusión, el 20 de febrero de 2016, emití la primera profesión, en el Monasterio de las Oblatas (Madrid). Y actualmente estoy viviendo el bienio de consagración al Señor y comenzando a prepararme adecuadamente, si esa es la voluntad de Dios, para la profesión Perpetua, que podrá ser a comienzos del 2021.