Señor, hoy los pueblos y ciudades, no han contemplado tu imagen en la Santa Cena, ni la de tu Oración en el Huerto, ni como tú sufriste en tu carne los azotes que hubiéramos de recibir nosotros, y en Tu espíritu sentir la soledad. Nosotros, como tus amigos, aquellos que tú pediste te acompañasen y orasen, no entendemos tu sufrimiento, no entendemos y nos quedamos aletargados, el brío de la niñez se ha olvidado, y nosotros también te dejamos solo.
Señor, esta semana Santa no hemos podido acompañarte ni quedarnos contigo orando ante ti en adoración, este año la estamos viviendo en casa, de puertas para adentro, pero con más tiempo para darnos cuenta de cuán grande es tu Amor, y como a veces nos olvidamos que tú has venido para salvarnos a todos y nos estamos dando cuenta de cuantas veces te dejamos solo; tenemos tantas cosas que hacer, ahora estamos viendo que siempre se puede sacar un tiempo para estar con el Amigo que nunca nos falla, unas veces adorándote en la Eucaristía, y otras veces, atendiendo y acompañando a enfermos o ancianos, pero este año, ni eso podemos hacer. Nuestra fragilidad humana se ha puesto de manifiesto y nos exige aislamiento. Pero precisamente estos contratiempos, nos están haciendo más conscientes de cómo hoy, día del Amor fraterno, en la distancia estamos más unidos que nunca, nos interesamos por la salud de los otros, oramos por ellos y sus familias y especialmente por aquellos que han fallecido en soledad, aunque nos consta que Tú has estado con ellos. Necesitamos que nos laves señor, que purifiques nuestro corazón y no nos dejes errar el camino, necesitamos agradecerte todo el bien que nos has hecho cumpliendo la voluntad del Padre, y te pedimos nos enseñes a descubrirla y a poner nuestro empeño de, acompañados por ti, cumplirla también. Nunca nos has dejado solos y ahora más que nunca, necesitamos acercarnos más a ti. Damos gracias porque a través de los medios, hemos podido participar en las celebraciones litúrgicas. Gracias Señor por este gran favor. y gracias por la institución del sacerdocio. Abre Señor nuestros ojos para ver las maravillas que obras en nosotros Señor. Cúranos, sánanos de nuestros egoísmos, y sana y cura a los enfermos de esta gran pandemia. Que cese el sufrimiento Señor.
Rosa María C.M.