sábado, 11 de abril de 2020

Hoy Sábado Santo

Otros años, el  Sábado Santo, Madre, todos tus hijos te hemos acompañado, contemplando y meditando tus siete dolores, esas siete espadas que atraviesan tu corazón, para que no te encuentres sola  tu desolación. Contemplamos que amor tan grande nos tienes, que a pesar de que tu Hijo ha muerto por nosotros, tu nos aceptas como hijos queridos tuyos, pues así te dijo el Señor en la persona de Juan: "He ahí a tu hijo", pero antes nos dijo "he ahí a tu madre", y cómo hijos tuyos ¿ cómo te vamos a abandonar. Si hace buen tiempo, te acompañamos por las calles, si llueve, te acompañamos en el templo, ¿Cómo abandonarte en tu dolor? Pero este año, María, eres tú quien no nos deja solos en el dolor que esta pandemia ha producido en tantos hogares, eres tú quien en medio de tu Desolación, eres nuestro apoyo y nuestra esperanza, alientas en nuestra alma la esperanza de la Resurrección. Tu hijo no ha muerto en vano, ha muerto y muere con nosotros, en los hospitales, en medio de un abandono forzado que rasga los corazones de los familiares de los enfermos y a los enfermos mismos, pero tú que sabes de dolores, de abandonos, de llantos y lágrimas por el Hijo condenado a muerte por amor al genero humano, nos alientas para que nuestra esperanza se haga fuerte, la muerte no tiene la última palabra, Dios ha vencido a la muerte.
Esta noche, Madre, celebraremos contigo el triunfo de Cristo sobre la muerte, la Luz que vence las tinieblas, el agua que nos purifica; no estaremos físicamente pero nuestro espíritu llenará los templos y de nuestras gargantas saldrá el grito unánime ¡CRISTO HA RESUCITADO ALELUYA! y sentiremos como, los que en estos días nos han precedido en el sueño de la muerte, están celebrando con gozo el día más grande de nuestra fe, de la humanidad. LA RESURRECCIÓN de nuestro Señor Jesucristo.
Señor enciende nuestra fe, haz que las tinieblas que nos acosan se disipen bajo tu Luz y bendice con la Paz a quienes ahora están sufriendo, como victimas inocentes esta pandemia. AMEN

Rosa María Córdoba