domingo, 19 de abril de 2020

II Domingo de Pascua - la Divina Misericordia

Como decía en otra ocasión, la mejor reflexión, es la que hace cada persona en su encuentro con el Señor, no obstante, como Dios también habla a través de la de los hermanos las compartimos buenamente, sin olvidar a  las “lectio divina” que suelen ser muy buenas.

Hace unos días no se me ocurría nada cuando intentaba escribir algo, entonces me di cuenta, con una claridad sorprendente, que lo importante en aquel momento no era escribir una reflexión maravillosa sino el estar con el Señor como con un amigo y acompañarle,  pidiendo al Espíritu Santo me guiase en ese rato. 
Al día siguiente, como  no podía escribir nada nuevo, a pesar de la de la riqueza de la  narración que sugiere numerosos puntos para poder detenerse,   miré lo de otros años y encontré lo siguiente, del 30 de Marzo del 2008, se refiere sólo a los dos primeros versículos, ahora los vuelvo a contemplar y descubro tanta belleza que sobraría cualquier comentario de los mismos.

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: ”Paz a vosotros”. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado.  Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: “Paz a vosotros” (S. Jn. 20, 19-21)
 
En cada visita que hago al Señor se puede repetir este encuentro (los discípulos asustados, por miedo a los judíos, y Jesús que se presenta en medio de ellos dándoles la paz repetidas veces)
Jesús me da su paz, y se muestra tal como es, con sus manos y costado traspasados; hemos de contemplar a Jesús así, porque son las pruebas de su amor por nosotros (Podemos contemplarlo en nuestra oración  de las tardes de esta semana II, en el cuadro o estampa, que seguro todos tenemos, de la Divina Misericordia)

Me da la paz, Jesús siempre me da la paz porque es un Dios de Paz, Paz porque me ama y en cada encuentro con Él me reconstruye e intenta que yo sienta su cariño (lo que pasa es que yo me cierro a su amor, no confío lo suficiente en Él )
Deseo recordar esto una y otra vez, porque se me olvida fácilmente, cada vez que vaya a la oración.

Que Jesús y María nos bendigan a todos.

                                                                                                                      Mari Muñoz