martes, 19 de mayo de 2020

Sexto Domingo de Pascua

Hoy comparte con nosotros su reflexión sobre este 6º  Domingo de Pascua, nuestra Hna. Teresa Córdoba, anunciatina.

Recordamos que en los domingos anteriores, Jesús se nos ha ido presentando. Comenzó con el domingo de Resurrección, y desde el confinamiento todos celebramos, si cabe, mas conscientemente la alegría de la Resurrección. Con la Resurrección de Cristo, la muerte perdió el tener la última palabra, y rebrota la juventud y la vida, y volvemos con Jesús a Galilea  a aquellos años de nuestro primer amor.          
Él nos dice  “Yo he venido para que tengáis vida eterna” (Jn 10,10)

En el 2º domingo vimos al apóstol Tomás, aquel que dijo: “Vayamos y muramos con Él” y “muéstranos al Padre”. Ahora le vemos diciendo incrédulamente: “ si no meto mis dedos en su costado y en sus llagas, no creeré”, y ahí vemos a veces reflejada nuestra incredulidad, que sin darnos cuenta quiere ir haciendo mella en nosotros, pero Jesús sabía de la fragilidad de sus discípulos, y de la nuestra, y regresa llevándoles la Paz y dándonos la Paz, Paz que es el primer don y puerta de todos los dones, bienes y virtudes. Es en la Paz donde toman su sabor la alegría, el amor, la esperanza.

En el tercer domingo, vemos a  Jesús que nos acompaña en nuestro camino como a los discípulos de Emaús, sobre todo en los momentos de desaliento, cuando ya la esperanza y la alegría parece alejarse de nosotros, y escuchando su Palabra, é, invitándole a estar entre nosotros, comiendo su Pan partido, recuperamos las fuerzas para el camino, la alegría y la esperanza.

En el 4º Domingo de Pascua, Cristo se nos presenta como el Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas y va en busca de la oveja perdida, nunca nos abandona y si escuchamos su voz, podremos volver a caminar siguiendo a nuestro Buen Pastor y alejarnos de los peligros de la soledad, la frialdad de la noche y los muchos peligros que nos acosan.

En el quinto domingo, Jesús se despide de sus discípulos pues ha llegado la hora de regresar al Padre, y se nos muestra como el Camino, la Verdad y la Vida que nos conduce al Padre. Y nos comunica  que en la Casa del Padre hay muchas estancias, y que en el Cielo cabemos todos, es ese lugar maravilloso lleno de diversidad y  comunión, de intimidad y de amor.

En este 6º domingo, a las puertas de la Ascensión Jesús se despide, pero nos dice que: “pediré al Padre que nos mande un Defensor, el Espíritu, no os dejaré huérfanos, seguiré y viviré a vuestro lado, y vosotros me seguiréis amando, si guardáis mis mandato”
En esta despedida Jesús nos transmite su Amor y cuidado hacia nosotros, conoce y sabe de nuestra debilidad y fragilidad y no nos deja solos. Al pedirnos que guardemos sus mandamientos, nos viene a la mente y a nuestro corazón el Mandamiento Nuevo:   Amaos unos a los otros como yo os he amado”. Ese amor que hunde sus raíces en el corazón de Dios, ese amor capaz de perdonar, y de compadecernos de los que sufren, y hoy en medio de esta pandemia, que oportunidad tan grande tenemos de llevar a cabo el mandamiento nuevo, cuanto sufrimiento hay, así como ocasiones de perdonar, aunque a veces nos cueste, y nuestro ser cristiano no nace de un cumplimiento de normas, sino del mismo corazón de Cristo que nos invita a sembrar y manifestar su Amor aquí en la tierra.


Teresa Córdoba