El Señor, al crearnos, asigna a cada
uno un puesto en el mundo, una carrera en la vida, una vocación especial. Y
según esta vocación especial, Dios da a cada cual las inclinaciones y aptitudes
convenientes, preparando asimismo todo el conjunto de gracias necesarias para
la tarea especial. Entre las principales y nobles carreras y misiones, es
principalísima y nobilísima la destinada a salvar almas. Con ella se ejerce el
altísimo y delicadísimo oficio de Jesús Salvador, llegando a ser cooperadores,
como escribe san Pablo, del Dios que es amante de las almas: «Deus, qui amas ánimas». Y la parte más
importante de esta misión está confiada a quienes trabajan para las Ediciones.
San Pablo exaltaba
precisamente esta misión de salvar almas cuando decía: somos los embajadores de
Jesucristo.
El Señor llamó a san Pablo a esta tarea
tan alta.
Habiéndolo sacudido en el camino de
Damasco, advirtió a Ananías para que fuese a instruirle y bautizarle. Ananías
objetó: Pero, Señor, ese tal ha venido aquí para acabar con todos los
cristianos. – Y el Señor: Vete tranquilo y no temas, pues este hombre es un
instrumento elegido por mí para llevar mi nombre a los gentiles ante reyes y ante
los hijos de Israel. Por eso le haré ver cuánto deberá trabajar por mí.
Y el Señor le había dotado de todas las
aptitudes de un apóstol.
Pablo era de buen aspecto; de
complexión robusta, aunque pequeño de estatura; de carácter sanguíneo y fogoso,
como daba a ver su rostro blanco y su cabeza pequeña y bien pronto calva; tenía
una mirada penetrante y vivacísima; un aire dulce y afable; era de ingenio
selecto, de voluntad indomable, de virtud heroica, de elocuencia irresistible,
de corazón generoso, de ciencia vastísima, de espíritu pronto, de una
adaptabilidad singular.
Estaba dotado
también de dones extraordinarios: profecía, como cuando predice males a algunos
obstinados, y milagros, que obró en gran número.
Obsequio: medita: Yo, Pablo,
siervo de Jesucristo, apóstol por llamamiento, apartado para difundir la Buena
Nueva de Dios.
Jaculatoria: San Pablo apóstol,
protector nuestro, ruega por nosotros y por el Apostolado de las Ediciones.