sábado, 13 de junio de 2020

Mes a San Pablo - día 13

EL CELO DE SAN PABLO
El celo auténtico tiene estas cualidades intrínsecas: es ardiente, prudente, incansable.
¡Aquí está justamente la más bella gloria de san Pablo! Tuvo un celo ardiente. Su ardor lo había mostrado cuando por celo de la ley azuzó la persecución contra san Esteban: no pudiendo entonces lapidar, cuidaba de los mantos y estimulaba a los perseguidores. Una vez convertido, el celo se hizo pasión ardentísima. No le detuvieron las persecuciones en Damasco, en Jerusalén, en Listra, en Tesalónica, en Antioquía, en Roma.
Un celo prudente, pues sabía huir cuando era oportuno, como en Damasco; sabía plantar cara cuando convenía, como en Jerusalén; a los hebreos les presentaba argumentos sacados de la sagrada Escritura, puesto que creían en ella; ante el Areópago esgrimió los argumentos de la razón, citó a uno de sus poetas, más aún, como estaba prohibido llevar una divinidad nueva o hacer [objeciones] contra los dioses (cosas que habían costado la vida a Anaxágoras y a Sócrates) bajo pena de muerte, él dijo que había llegado a predicar el Dios desconocido por ellos adorado.
Fue incansable, ya que cuanto más se debilitaba el cuerpo bajo los golpes de las persecuciones, de las fatigas, de las incomodidades y de las cadenas, tanto más parecía rejuvenecerse de vida nueva el alma. En la carta escrita por el concilio de Jerusalén a los convertidos de la gentilidad en Antioquía, Siria y Cilicia, aquella veneranda asamblea de Apóstoles dice: «Nos ha parecido bien enviaros a Pablo y Bernabé, tan queridos por nosotros, que han dedicado sus vidas a la causa de nuestro Señor Jesucristo». Testimonio más hermoso no podría desearse.
Obsequio: ¿Soy consciente del daño que me produce la infidelidad a Cristo, pretendiendo sustituirlo con uno falso?
Jaculatoria: San Pablo apóstol, protector nuestro, ruega por nosotros y por el Apostolado de las Ediciones.