Dos series de gracias hemos de pedir
especialmente a san Pablo: las que son más conformes a su espíritu, y las que
son más conformes a nuestras necesidades.
Qué gracia nos concede san Pablo.
De esto entendemos
qué gracias quiere especialmente concedernos san Pablo: el espíritu de celo, de
amor a las almas; el deseo de trabajar por el Apostolado de la Prensa, de
favorecer con todos los medios las asociaciones destinadas a combatir la
masonería, el socialismo, la inmoralidad. San Pablo quiere obtener para la
prensa muchas vocaciones, para los escritores la gracia de escribir con
espíritu cristiano, a los propagandistas la de hacer penetrar doquier los
buenos libros y los buenos periódicos. San Pablo quiere obtener muchas
vocaciones al clero, a los misioneros, a la vida piadosa y religiosa.
Estas son las gracias que más obtiene.
Él fue un convertido, y quiere que le pidamos la conversión de los malos; él se rindió ante la cruz, y
quiere que todos se arrodillen ante Jesucristo. Hablando de nosotros, de modo
especial debemos pedir la gracia de la vocación, la gracia de conocerla, la
gracia de entregarnos a ella con todo el empuje, el fervor y ardor de que
seamos capaces. Y hablando de la Casa, hemos de pedir la formación del espíritu
bueno que le es necesario. Nosotros lo entendemos poco, pero san Pablo lo ve;
pidamos que nos dirija, ilumine, nos lleve de la mano.
Obsequio: Tres veces al día
dirigir un estímulo al bien a quienes tienen que tratar con nosotros.
Jaculatoria: San Pablo apóstol,
protector nuestro, ruega por nosotros y por el Apostolado de las Ediciones.