miércoles, 3 de junio de 2020

Mes a San Pablo - día 3

LA ESPERANZA DE SAN PABLO
La esperanza requiere una dulce confianza en la misericordia de Dios, pues sólo por esta misericordia podemos obtener el perdón de los pecados y la gracia.
San Pablo poseía esta virtud, que nace de la fe y tiene tanta fuerza en un corazón cuanta hay de fe en él.
Ahora bien, en san Pablo la fe era heroica. Lo confesaba él mismo cuando escribía: hemos sido salvados del error por la esperanza. Más, decía, no perdamos la esperanza pues en ella hay grandes méritos. Y rebosando gozo al pensar en el cielo, decía: estamos alegres por nuestra esperanza; y en otro paso: nos da brío y ánimo pensar en la esperanza que tenemos delante; ésta es para nosotros como un ancla de la existencia, sólida y firme, que entra además hasta el otro lado de la cortina, hasta el lugar donde como precursor entró por nosotros Jesús. Somos hijos de Dios, y si somos hijos, somos también herederos, coherederos del cielo.
Cuando alguien se apenaba demasiado por la pérdida de sus seres queridos, le decía: no seamos como quienes no teniendo la esperanza de reabrazarlos se afligen inconsolablemente. Y en las propias angustias se confortaba diciendo: Me aguarda la merecida corona con la que el Señor, juez justo, me premiará el último día; y no sólo a mí, sino también a cuantos aman a Jesucristo. Él se confesaba gran pecador, pero lo esperaba todo por la sangre preciosa de Jesús: y entre los peligros y las tentaciones confiaba vencer por la palabra de Dios: «te basta mi gracia».
Obsequio: Rezar un acto de esperanza.    
Jaculatoria: San Pablo apóstol, protector nuestro, ruega por nosotros y por el Apostolado de las Ediciones.