San Pablo no
cesa de insistir en esta virtud: Hijos, obedeced a vuestros padres; siervos,
obedeced a vuestros amos; es necesario amonestar a todos a que estén sujetos a
los príncipes y a las autoridades; obedeced a vuestros superiores y someteos a ellos,
pues velan sobre ustedes como encargados de rendir cuenta de vuestras almas,
para que puedan cumplir este oficio con consolación y sin gemidos.
La vida de san Pablo fue toda
ella de obediencia: recibió el
bautismo por obediencia; evangelizó toda la vida para obedecer a la orden de
Dios. Efectivamente, en Jerusalén, donde había ido a predicar, apenas hecho
cristiano, se le apareció Jesús y le dijo: Sal luego de Jerusalén porque este
pueblo no te creerá... Pablo observó: Señor, ellos saben que fui perseguidor y blasfemo;
si me ven convertido, también ellos se convertirán. Y Jesús: No es así; vete,
yo te he escogido para llevar mi Evangelio a países lejanos entre los gentiles.
Y san Pablo obedeció hasta morir a espada. San Pedro le había mandado retirarse
a predicar en Tarso, y Pablo obedeció. San Pedro
en el concilio de Jerusalén le ordenó de nuevo emprender un viaje apostólico
con Bernabé, y él lo hizo. San Pedro le envió a llevar una carta a Antioquía, y
Pablo otra vez obedeció. Por lo demás, siempre que san Pablo cambiaba el lugar
de sus misiones o afrontaba sus viajes, lo hacía todas las veces tras largas
oraciones para conocer la voluntad del Señor.
Obsequio: Haz el examen de conciencia sobre este punto: ¿obro porque entiendo las
razones o porque lo manda Dios?
Jaculatoria: San Pablo apóstol, protector nuestro, ruega
por nosotros y por el Apostolado de las Ediciones.