lunes, 8 de junio de 2020

Mes a San Pablo - día 8

POBREZA DE SAN PABLO
La pobreza puede ser una necesidad o condición; pero la pobreza amada frente a las riquezas, es una virtud que nuestro Señor Jesucristo buscó y practicó. «Él en efecto, siendo rico, dice san Pablo, por nosotros se hizo pobre»; quiso una madre pobre, vivió en pobreza, murió pobrísimo. San Pablo recomienda la pobreza con insistencia: «Contentémonos con tener alimentos y dónde guarecernos; enriquezcámonos de los bienes eternos del paraíso, pues nada trajimos a este mundo y, sin duda, nada podremos llevarnos después de la muerte».
San Pablo, según nos suelen decir, no era de una familia riquísima, pero sí acomodada. Hubiera podido llevar una vida bastante holgada; pero renunció a todo por servir a Jesucristo en el santo Evangelio. Él, como los Apóstoles, iba de ciudad en ciudad, de región en región, con el equipaje aconsejado por nuestro Señor Jesucristo, o sea sin alforja, con un solo par de calzado, apenas lo necesario para vestirse. ¿Y para arreglarse en la vida? Contento con una yacija cualquiera, que a menudo era la desnuda tierra, el suelo de un cuarto, al simple reparo de una planta; así viajaba jornadas enteras bien bajo el azote del sol o bien bajo el frío o la lluvia pertinaces.
¿Y el alimento? Escaso, frecuentemente recibido como limosna, siempre muy parco; cuando podía, ganado con el trabajo de tejer esteras para los soldados, porque aun diciendo que el obrero evangélico merecía el salario, él escribía después a sus hijos: «Bien saben que no he pretendido de ustedes oro o vestido o dinero; saben que cuanto yo necesitaba me lo ganaba con el trabajo de mis manos». Y recuerda también cómo en muchos sitios padeció hambre, sed y gran penuria en todo.
Obsequio: Recen el Padrenuestro y luego dad una limosna a los pobres; quien es rico no debe sobreabundar, quien es pobre no debe sufrir.
Jaculatoria: San Pablo apóstol, protector nuestro, ruega por nosotros y por el Apostolado de las Ediciones.