El necesario “distanciamiento social” preventivo tiene el peligro de convertirse en un
“distanciamiento social” pretendido. Y ese no es el camino. El camino de la felicidad comienza
contracorriente: es necesario pasar del egoísmo al pensar en los demás. Y así observa el Papa:
“cuando la vida interior se encierra en los propios intereses” y no “hay espacio para los demás” no
se goza más de “la dulce alegría” del amor. En efecto, “no podemos ser felices solos”. El Papa
invita a redescubrir la generosidad, “porque Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9,7). Es
necesario vencer la tentación de encerrarse en uno mismo, de aislarse, creyéndose autosuficientes,
porque todos tenemos necesidad de fraternidad. La vida adquiere sentido “en buscar el bienestar
del prójimo” deseando la felicidad de los demás: “Si logro ayudar a una sola persona a vivir mejor,
esto es ya suficiente para justificar el don de mi vida” (EG, 182). “Porque al final de todo quede
claro - que tanta anomalía que nos acecha - al estilo de Jesús desenmascaro”.
y que no me aficione a las distancias,
pues que un claro peligro de jactancia
es capaz de encerrarme en mis adentros.
Si en anhelo por los otros desfallezco
y para mí el convivir no es ganancia,
intentaré provocar discrepancias,
para solo sentirme yo contento.
Necesarias restricciones nos sofocan
y parecer nos hacen bichos raros,
¡Ojalá que las rarezas sean pocas!
Porque al final de todo quede claro
que tanta anomalía que nos acecha
al estilo de Jesús desenmascaro.
P. Pedro Jaramillo
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)