El tiempo de pandemia nos pide aprender a caminar en una dirección nueva. No basta con tomar atajos. No basta con sustituir unos caminos por otros. El desafío es elegir a Jesús como camino, y que él nos lleve al Padre y a los demás, a todos, vividos como hermanos. Nos recordaba el Papa Francisco: “En la vida tenemos ante nosotros dos direcciones opuestas: hay un camino de los que se dejan paralizar por las desilusiones de la vida y caminan tristemente; y está el camino de quien no se pone a él mismo y sus problemas en primer lugar, sino a Jesús que nos visita, y a los hermanos que esperan que nos ocupemos de ellos. Este es el punto de inflexión: dejar de girar alrededor de uno mismo, de las decepciones del pasado, de los ideales no realizados, de las muchas cosas malas que han sucedido en la vida de uno. ¡Deja ese camino y sigue adelante con la mirada puesta en la realidad más grande y verdadera de la vida: Jesús está vivo, Jesús me ama…, y puedo hacer algo por los demás! ¡Es una hermosa realidad, positiva, espléndida, bella!” (Regina coeli, 26-4-20). Ese no es sólo el camino de Jesús sino Jesús mismo como camino: hacia el Padre, hacia los otros: “Que Él es Camino Jesús nos lo dijo - y nos pidió no agarrar los atajos - para poder alcanzar el destino”.
Se nos han entrecruzado caminos
y a punto estamos de perder el norte
aun si, a veces, disimulemos el porte,
sin saber si bajamos o subimos.
No precisamos tener mucho tino
para saber que nos faltan soportes
y encontrar los verdaderos resortes
para alcanzar a cambiar nuestro sino.
Que Él es Camino, Jesús nos lo dijo
y nos pidió no agarrar los atajos
para poder alcanzar el destino
Si te descubres cubierto de andrajos
y que la vida te deja tullido,
del camino que es Jesús sigue el trazo.
P. Pedro Jaramillo.
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)