Lo adoptamos como lema de este “ser Iglesia en tiempo de coronavirus”. Y lo estamos viviendo de corazón. Nuestra unión no se ha mermado, aunque no podamos vernos reunidos como Parroquia. Esa es la grandeza de la “común-unión”, aunque se exprese en gestos sencillos, como nos recordaba el Papa Francisco: “descubrimos y experimentamos la oración sacerdotal de Jesús: «que todos sean uno» (Jn 17,21). ¡Cuánta gente ejercita cada día la paciencia e infunde la esperanza, procurando no sembrar pánico sino corresponsabilidad! ¡Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes… muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo afrontar y atravesar una crisis, readaptando costumbres, levantando los ojos e impulsando la oración! ¡Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos! La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras” (Oración, 17-3-2020). “El que estamos viviendo no es un tiempo - que nos permita dejarnos de querer, pues Jesús nos da su fuerza y su aliento”.
Cuando en la casa estamos encerrados
y a fiesta las campanas no convocan,
sufrimos este tiempo que nos toca
no poder abrazar a los hermanos.
“Dispersos, pero unidos”: así estamos.
cuando este lema dice nuestra boca,
El corazón sentimos que rebosa
de amor que nadie podrá arrebatarnos.
Duros tiempos nos ayudan a entender
que, además de encontrarnos en el templo,
familia somos, dispersos por doquier.
El que estamos viviendo no es un tiempo
que nos permita dejarnos de querer,
que Jesús nos da su fuerza y su aliento.
P. Pedro Jaramillo
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)