martes, 14 de julio de 2020

SONETO: EL AGUA DEL ESPÍRITU

Sin sentirlo y sin quererlo, pero este duro tiempo de la pandemia lo podemos convertir en un “sálvese quien pueda”, olvidándonos de que somos “don” para los demás. Y perdemos la esperanza de serlo. Partiendo de que El Espíritu es don y nos hace don, hablaba el Papa Francisco de “los tres principales enemigos del don, agazapados en la puerta del corazón: el narcisismo, el victimismo y el pesimismo…. En esta pandemia, cuánto duele el narcisismo, el preocuparse de las propias necesidades, indiferente a las de los demás, el no admitir las propias fragilidades y errores… En el drama que vivimos, ¡qué grave es el victimismo! Pensar que no hay nadie que nos entienda y sienta lo que vivimos. Esto es el victimismo… En el gran 
esfuerzo que supone comenzar de nuevo, ¡qué dañino es el pesimismo!, ver todo negro y repetir que nada volverá a ser como antes. Cuando se piensa así, lo que seguramente no regresa es la esperanza…. nos encontramos ante una carestía de esperanza y necesitamos valorar el don de la vida, el don que somos cada uno de nosotros. (Homilía de Pentecostés, 31-5-2020). “El agua del Espíritu no merma. - Sentirás su caudal cómo en ti brilla - sin importar cuánto tu tierra esté yerma”.


¡Cómo tenemos el alma dolida!
y ¡qué difícil guardar la esperanza
de divisar los tiempos de bonanza
en una humanidad cruelmente herida!

Por momentos no vemos la salida,
los nervios desajustan la balanza,
se desvanece dentro la confianza,
sentimos la tentación de la huida.

¿Por qué no recordar a la semilla
que, al pudrirse en el hondón de la tierra,
es origen de vida renacida?

El agua del Espíritu no merma.
Sentirás su caudal cómo en ti brilla
sin importar cuánto tu tierra esté yerma.

P. Pedro Jaramillo.
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)