El momento nos produce ya cansancio y agobio. Hay gente que sencillamente “ya no puede más”. Es
un cansancio agobiante. Nos vienen espontáneas las memorables palabras de Jesús: «Vengan a mí
todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré» (Mt 11,28). Desde ellas, el Papa Francisco
compartía para los enfermos palabras de ánimo: “a quien siente la angustia por su propia situación de
fragilidad, dolor y debilidad, Jesús no le impone leyes, sino que le ofrece su misericordia, es decir, su
persona salvadora. Jesús mira a la humanidad herida: tiene ojos que ven, que se dan cuenta, porque
miran profundamente, no pasan con indiferencia; más bien, se detienen y abrazan a todo hombre, a
cada uno en su condición de salud, sin descartar a nadie, e invita a cada uno a entrar en su vida para
experimentar la ternura” (Mensaje Jornada Mundial del enfermo, 2020). “Pues que el yugo en los
hombros lo sentimos - ya es la hora de saber transformarlo –y arrancarlo de tan cruel sinsentido”.
“ Ocaso para aliviar el cansancio”
Es ya muy largo el tiempo que ha pasado
desde que el virus nos viniera encima
y, aunque aún no haya llegado a su cima,
el corazón ya nos ha destrozado.
La hartura nos invade con descaro
y el hastío por dentro nos lastima.
Es difícil encontrar quien suprima
este dolor por tanto desamparo.
Pues que el yugo en los hombros lo sentimos,
ya es la hora de saber transformarlo
y arrancarlo de tan cruel sinsentido.
Es Jesús quien nos invita a dejarlo
con el suyo estrechamente fundido.
Y, en la espera, a su Cruz entrelazarlo.
P. Pedro Jaramillo.
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)