El tiempo de pandemia nos puede estar dardo un corazón “universalmente” abierto, pero “localmente” cerrado. Es necesario por eso, examinar atentamente nuestro corazón y ver cómo están
sus puertas: pueden estar abiertas para quienes sabemos que nunca las van a utilizar y cerradas
para quienes necesitan pasar por ellas. El Papa Francisco decía sobre el corazón: “Hay una diferencia entre “el corazón endurecido”, como lo estaba el de los discípulos, y el “corazón compasivo”
del Señor, expresivo siempre de su voluntad del Señor: “quiero misericordia y no sacrificios”… Un
corazón sin compasión es un corazón idólatra, es un corazón autosuficiente, que se rige por su
propio egoísmo y que se hace fuerte sólo con las ideologías. Los cuatro grupos ideológicos del
tiempo de Jesús: fariseos, saduceos, esenios y zelotes habían endurecido su corazón para llevar
adelante un proyecto que no era el de Dios: no dejaban lugar al proyecto de Dios; no dejaban lugar
a la compasión” (Homilía, 28-2-2020). “Tiempo es de abrir del corazón las puertas - y para siempre
romper sus cerrojos, - de toda cerrazón estando alerta”.
si cercanos por el cuerpo solo estamos.
Pero no lo podrá hacer, si buscamos
que,
en todo, los afectos sean primarios.
En toda su amplitud ser solidarios
cercanía es que llega a los lejanos;
y que a todos trata como a hermanos,
dejando de jugar a ser contrarios
Tiempo es de abrir del corazón las puertas
y para siempre romper sus cerrojos,
de toda cerrazón estando alerta.
Y de a todos mirar con tales ojos
que las puertas encuentren siempre abiertas
y a nosotros entrenados al despojo.
P. Pedro Jaramillo
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)