sábado, 4 de julio de 2020

SONETO: NUESTRAS PALABRAS

Con tanto silencio en el confinamiento puede ser que se nos hayan humedecido las palabras o que las utilicemos sólo para hablar de la superficie, incluso de esta pandemia que nos ha caído encima. Nuestras palabras, cuando tienen el peso de la vivencia y de la referencia a lo que nos fundamenta, son necesarias para “confortarnos mutuamente” y “para que no sigamos cada uno por nuestra cuenta”. En esta conjunción de destino, la palabra se hace necesariamente “dia-logo”. Así lo decía el Papa en la oración del 27 de marzo: “Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: «perecemos» (cf. v. 38), también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos. Nadie se salva solo” (Oración 27-3-2020) “Sólo la Palabra puede salvarnos - Pero los labios humanos son vía - Para que esta Palabra llegue a sanarnos”. 


Palabras que del corazón nos salen 
y de ahí nuestros labios las expresan, 
te causarán la agradable sorpresa 
de que a otros corazones también valen. 

Temer has a los labios que no saben decir 
los sentimientos que sí cuentan, 
pues que puedes tener la sospecha 
de que no sean palabras que salven. 

Sólo la Palabra puede salvarnos, 
pero los labios humanos son vía 
de que esta Palabra llegue a sanarnos. 

Tu sentido de fe no te extravía, 
si en los momentos que estamos pasando, 
apuestan tus palabras por la vida. 

P. Pedro Jaramillo 
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)