Es lógico que la oración que, durante este tiempo de pandemia, sale de nuestro corazón y pronuncian nuestros labios, sea una oración “dolida”. Para iluminar este tipo de oración, nos puede venir bien recordar la oración de Jesús en el Huerto. El Papa Francisco recurría a la que el mismo Jesús hizo en la Cruz: “Jesús se queja —Padre, ¿por qué me has abandonado? (Mt 27,46)—, … ¡Qué misterio! Muchas veces he oído a personas que están viviendo situaciones difíciles, dolorosas, que han perdido mucho o se sienten solas y abandonadas, y vienen a quejarse y se preguntan ‘¿por qué? ¿por qué? Pareciera que se rebelan contra Dios. Y yo le digo: ‘sigue rezando así, porque eso también es oración’, como era oración cuando Jesús dijo a su Padre: ¿Por qué me has abandonado? … Porque rezar es decir la verdad ante Dios… Se reza con la verdad, porque la verdadera oración sale del corazón, del momento que uno vive. Y esa es la oración en los momentos de oscuridad, en esos momentos de la vida en los que no hay esperanza, ni se ve el horizonte” (Homilía Santa Marta, 30-0-14) La mirada se nos va agradecida - a Jesús que, aguantando el mismo trance, - su dura oración no dio por perdida.
Es dura la soledad que nos prueba
y el sentirnos por dentro perdidos
con el alma y corazón aturdidos
por el dolor y amargura que llevan.
Dudamos que nuestras fuerzas ya puedan
soportar más tanto llanto escondido
y tantos duelos ahí dentro metidos
sin poder compartir nuestras penas.
Que de nosotros este cáliz se aparte
es la súplica insistente y dolida,
pues que ya se nos agota el aguante.
La mirada se nos va agradecida
a Jesús, quien aguantó el mismo trance,
y su oración no la dio por perdida.
P. Pedro Jaramillo
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)