Quizás nos habíamos acostumbrado a vivir
sin preguntas, nos bastaba simplemente ser un “almacén de respuestas”,
quizás a preguntas que nadie se hacía. La pandemia que vivimos nos ha
sacado de la pereza de nuestro “acostumbramiento” a vivir sin preguntarnos. Nos encontrábamos
“demasiado” seguros de todo. En la Oración del 27-3-2020, el Papa Francisco nos
ayudaba a pensar: “La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto
las falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas,
nuestros proyectos, nuestras costumbres y prioridades. Nos muestra cómo habíamos
dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra
vida y a nuestra comunidad. La tempestad pone al descubierto todos los
intentos de ‘empaquetar’ y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros
pueblos; todas las tentativas de anestesiar con aparentes rutinas 'salvadoras’,
incapaces de referirse a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros
ancianos, privándonos así de la inmunidad que necesitamos para hacer frente a la
adversidad” “Pues que tus muchas preguntas te lanzan - a abrirte de manera
inacabada - a respuestas que a Dios no lo rechazan.
No te asusten preguntas que se agolpan
y en tu interior te dejan muy confuso,
pues fue Dios quien en tus adentros puso
inquietudes que nadie las acota.
En tiempo de pandemia son las gotas
que vencen la pereza del desuso,
y sin tener ningún miedo al abuso
horadan la dureza de tus rocas.
No te acompleje ser piedra perforada
por tantos “porqués” que te atenazan.
Teme más a tu consciencia acallada.
Pues que tus muchas preguntas te lanzan
a abrirte de manera inacabada
a respuestas que en Dios también abrazas.
P. Pedro Jaramillo
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)