Quien marca la cercanía o la distancia es el corazón. Lo estamos experimentando en este tiempo de pandemia: ¡cuánta “cordial” cercanía en medio del ”distanciamiento social”! Y cuanto más nuestro corazón se parezca al de Jesús, más aumentará nuestra cercanía. Nos lo recordaba el Papa Francisco: “el corazón humano-divino de Jesús es la fuente de donde siempre podemos obtener misericordia, perdón y ternura de Dios… En el centro de cada gesto, de cada palabra de Jesús está el amor, el amor del Padre que ha enviado a su Hijo, el amor del Espíritu Santo que está dentro de nosotros... Imitando al corazón de Jesús, también nuestro corazón, poco a poco, se volverá más paciente, más generoso, más misericordioso, más cercano (Ángelus, 7-6-20) “Aprenderás así a tender puentes - lo mismo que Jesús quiso abrazarte - extendiendo sus brazos para siempre".
Cercanía a pesar de la distancia:
una meta que es preciso conseguir,
que no es el cuerpo solo el que hace surgir
de la entrañable amistad las fragancias.
Precisamos del corazón la audacia
para encontrar la verdad del convivir,
y las razones más hondas de existir
que aun la separación tornan en gracia.
Desde tu corazón busca acercarte,
y en tu onda meter a tanta gente
que sientas que de nombres lo llenaste.
Aprenderás así a tender puentes
lo mismo que Jesús quiso abrazarte
extendiendo sus brazos para siempre.
P. Pedro Jaramillo
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)