En la situación de encierro en que nos tiene la pandemia, ¡cómo extrañamos la puerta! ¡cómo extrañamos salir y subir las montañas y entrar de nuevo a los adentros! ¡Cómo extrañamos la
vida! Y es que nuestra vida también necesita una puerta abierta. Jesús dijo de él mismo: “Yo
soy la puerta”. Y el Papa Francisco se pregunta: “¿cómo es Jesús la puerta?”, para responder:
“abre las bienaventuranzas y haz lo que dicen: sé humilde, pobre, manso, justo… No escuches
otras propuestas: la puerta es siempre Jesús y quien no entra por esa puerta, se equivoca.
Alguien me puede decir: ‘usted es fundamentalista’. No. Jesús dijo con sencillez: ‘Yo soy la
puerta’. Es una puerta hermosa, una puerta de amor, una puerta que no engaña, no es una
puerta falsa. Siempre dice la verdad, pero con ternura y amor” (homilía, 22-4-13) “Mira a Jesús,
pues que Él mismo es la PUERTA - y, al ponerlo de tu vida en el centro, - salida y subida dalas
por ciertas”.
En este tipo de vida metidos
difícil es encontrar la salida
y muy costoso emprender la subida,
por estar completamente molidos.
Es peligroso quedarse dormidos,
soltando de nuestras manos la brida,
porque segura será la caída
y con fuerza sonarán los crujidos.
Necesitamos salir desde adentro:
en el corazón nos jugamos la apuesta
de rehacer en nuestra vida el encuentro.
Mira a Jesús, pues que Él mismo es la
PUERTA
y, al ponerlo de tu vida en el centro,
salida y subida dalas por ciertas.
P. Pedro Jaramillo
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)