La pandemia nos tiene como postrados. Se nos puede haber parado nuestra capacidad interior de caminar. O que, confundidos, no encontremos el camino. Lo que el Papa Francisco decía a los Jóvenes para la Jornada de la Juventud de este año, vale para todos: “A nuestro alrededor, pero a veces también en nuestro interior, encontramos realidades de muerte: física, espiritual, emotiva, social. ¿Nos damos cuenta o simplemente sufrimos las consecuencias de ello? ¿Hay algo que podamos hacer para volver a dar vida? ... No se dejen robar esa sensibilidad. Que siempre puedan escuchar el gemido de quien sufre; déjense conmover por aquellos que lloran y mueren en el mundo actual. ‘Ciertas realidades de la vida solamente se ven con los ojos limpios por las lágrimas’ (Christus vivit, 76). Si saben llorar con quien llora, serán verdaderamente felices”. “Oye la voz de quien puede decirte: -“ánimo, levántate tú y camina”, - y sentirás que ya puedes erguirte”.
El virus nos tiene a todos postrados.
Cambiado de nuestra vida el estilo,
pendiendo nuestra existencia de un hilo,
en nosotros nos retiene encerrados.
Por el miedo nos sentimos atados
y la vida la vivimos en vilo.
Y no estamos para nada tranquilos,
pues de pesares nos tiene amargados.
Oye la voz de quien puede decirte:
“ánimo, levántate presto y camina”.
Y sentirás que ya puedes erguirte.
Erguido, sal de ti y a otros anima
para que quieran contigo seguirle:
en el dolor forjaréis nueva vida.
P. Pedro Jaramillo
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)