lunes, 31 de agosto de 2020

SONETO: PALABRA, FUEGO ARDIENTE

La “inspiración viene”, hoy, de Jeremías (1 Lectura del domingo XXII). Al profeta le cuesta tanto desgaste anunciar la Palabra que ya no puede más… y de su boca sale un lamento, una queja: se siente “forzado” por Dios. El anuncio de Jeremías es duro (“violencia y destrucción”), pero más dura es aún la reacción (“todos se burlaban de mí”… “la Palabra se me volvió oprobio y desprecio todo el día”). Y Jeremías, desolado, llega a un propósito negativo: “ya no me acordaré de Él, ya no hablaré más en su nombre” (ya no seré “profeta”) – niega su vocación – Y de dentro – no postiza – le viene la respuesta. La Palabra es más fuerte que su queja: un fuego tan ardiente que no podía apagarlo… Buen modelo para ahondar en la “oración de queja” que, en estos días, sale con frecuencia de nuestra boca. 


Intentar apagar el fuego y no poder 
y dejarse abrasar por la Palabra: 
un espíritu nuevo así se labra 
y de tu vida haces nuevo amanecer. 

Como profeta te tienes que exponer, 
para que tu propio corazón se abra, 
sin temer cualquier reacción contraria 
que con sorna o burla intente tu traspiés. 

Profeta de vida en tiempos de muerte: 
poner horizontes que ensanchan la luz 
y no dejar nuestra vida a su suerte 

es ofrecer a una tan gran multitud 
el gran gozo de un futuro viviente, 
aun sumidos en este trance de cruz. 

P. Pedro Jaramillo 
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)