Necesitamos mantener viva la esperanza, que crece incluso desde las cenizas. El Papa Francisco, lo meditaba así: “Cada vez que tomamos parte de la Pasión del Señor, que acompañamos la pasión de nuestros hermanos, viviendo inclusive la propia pasión, nuestros oídos escucharán la novedad de la Resurrección: no estamos solos, el Señor nos precede en nuestro caminar removiendo las piedras que nos paralizan. Esta buena noticia hizo que esas mujeres volvieran sobre sus pasos a buscar a los Apóstoles y a los discípulos que permanecían escondidos para contarles: “La vida arrancada, destruida, aniquilada en la cruz ha despertado y vuelve a latir de nuevo” (Romano Guardini). Esta es nuestra esperanza, la que no nos podrá ser robada, silenciada o contaminada” (Meditación “un plan para resucitar”- Vida Nueva, 17-4- 20). “En brazos de María dejado inerte, - con aquel sacrificio voluntario - Jesús de NUEVA VIDA fue simiente”.
Difícil es mantener la esperanza
cuando todo tan oscuro se pone,
y a tantos dolores el virus te expone
Sin divisar una pronta mudanza.
Precisas gran cantidad de templanza,
pues que con ella abrirás horizontes y,
por mucho que oscurezca la noche,
oportunidad tendrás de bonanza.
Detente en la oscuridad del Calvario:
en la cruz nos impresiona una muerte
con destino y valor comunitario.
En brazos de María dejado inerte,
con aquel sacrificio voluntario
Jesús de NUEVA VIDA fue simiente.
P. Pedro Jaramillo
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)