Más que nunca, en este duro tiempo, necesitamos que Alguien cuide de nosotros, que “nos
guarde”. Tantas veces Dios mismo lo hace a través de nuestra familia, de nuestros amigos, de
todo el que nos tiende la mano. Mucha gente “ayuda a Dios” a ser “guardián” en estos momentos difíciles. El soneto de hoy se inspira en el Salmo 120. De él dijo Benedicto XVI “es un Salmo
de confianza, pues en él resuena en seis ocasiones el verbo hebreo «shamar»: «custodiar»,
«proteger», “guardar”. Dios, cuyo nombre se evoca repetidamente, aparece como el «guardián» siempre despierto, atento y lleno de atenciones, el centinela que vela por su pueblo para
defenderlo de todo riesgo y peligro” (Audiencia, 4.5.05). “Y si elevas tus ojos hacia arriba, -
sentirás que tu Guardián no se duerme, - pues que Él guarda tus entradas y salidas”.
Tentación grande es cansarse de esperar
y disponerse a tirar la toalla,
por nuestras vidas tener encalladas
en este oscuro y horrible barrizal.
No será posible intentar animar
una muy firme esperanza y con talla,
si abierta no dejarás tu ventana,
por la que el rayo de luz quiere pasar.
Y si elevas tus ojos hacia arriba,
sentirás que tu Guardián no se duerme,
pues guarda Él tus entradas y salidas.
Y aunque tú te consideres inerme,
notarás que en el hondón de tu vida
Alguien espera que en Él tú te injertes.
P. Pedro Jaramillo
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)