(Dedicado a quienes despiden a sus seres queridos en el silencio, la soledad y la distancia. Lo hacen con el corazón desgarrado, pero con un afecto incomparable)
¡Cuánto hiere no poder dar el adiós!
¡Cómo por dentro se desgarra el alma!
¡Cómo añoro del pájaro las alas
y colarme en silencio a tu rincón!
¡Cómo quisiera yo estrechar tus manos,
y en tus mejillas estampar mi beso,
y tus ojos mirar con embeleso
para poder decirte que te amo!
El adiós más querido te lo llevas:
trascendiendo lo que tocan los sentidos,
a lo más dentro y denso de ti llega.
Que siendo para mí ser tan querido,
no puedo dejarte solo en la briega
ni tú me dejarás en el olvido.
P. Pedro Jaramillo
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)