El ciego de Jericó, a Jesús que le preguntó qué quería, le contestó confiado: “¡Señor, que vea!” (Lc 18, 35 ss.). La pandemia que padecemos nos ha dejado interiormente como ciegos. Y no valen las luces bien intencionadas, pero simplistas. Lo serio es pedirle al Señor “que nos haga entender la misiva”: que sepamos leer, pensando en el después del coronavirus, las lecciones que de esta dura situación, unidos, estamos llamados a sacar.
Es difícil poder ver qué nos pasa
y más difícil poder explicarlo,
porque no basta con solo mirarlo,
que hay mucho que a la mirada se escapa.
Al ciego que te gritó su esperanza
de su ceguera quisiste curarlo;
nuestros ojos te pedimos sanarlos
y que recobren en ti la confianza.
Nuestra mente se nos ha bloqueado,
sentimos estar en plena deriva
sin timón para llegar a algún lado.
Que no quede nuestra mente cautiva
ni vivamos el momento agobiados
¡Enséñanos a entender la misiva!
P. Pedro Jaramillo
Parroquia de San Juan de la Cruz (Guatemala)