martes, 16 de febrero de 2021

Miércoles de ceniza

Hoy comparte su reflexión sobre este miércoles de ceniza con nosotros nuestra Hna. Dolores Córdoba M.

Mañana celebramos el Miércoles de Ceniza, día muy importante para los cristianos ya que es el inicio de la Cuaresma, que precede a la alegría victoriosa de la Pascua.
 
Este año estamos viviendo unas circunstancias especiales, ya que todo el mundo está envuelto en la Pandemia que nos ha tocado vivir, pero por ello, ha de ser un tiempo especial, en el que vivamos el recuerdo de la Pasión y Muerte de Jesús más interiormente y nos empapemos de todo su inmenso significado. El año pasado no pudimos acompañar a Jesús en los Sagrarios, este por el contrario, si lo podremos acompañar y mostrarle nuestro amor, pero aunque así no fuera, en nuestras casas podemos revivir estas fechas con recogimiento y oración.
 
En este tiempo, hemos de llevar a la práctica lo que se nos dice en la imposición de la ceniza “conviértete y cree en el Evangelio”, pero el llevar esto a la práctica significa que este es un tiempo de penitencia, oración y sacrificio, que es lo menos que podemos hacer para compensar el inmenso amor que tuvo Jesús para con nosotros, ya que se entregó hasta el último extremo para salvarnos.
 
Y llegados a este punto, yo me pregunto ¿soy merecedora del sacrificio de amor que Jesús hizo por mi? Y de otra parte ¿Cómo correspondo a  este inmenso amor? Sin lugar a dudas, no soy merecedora de ello y no correspondo ni una millonésima parte a su entrega generosa, pues muchas veces la comodidad, la apatía, el confort, hacen que no sea capaz de responder a lo que Jesús quiere de mí.
 
Que estos días de preparación, me lleven a replantearme ¿que hago yo por Jesús? Él se entregó por todos nosotros sin excepción. Cuanto me cuesta acoger y tan siquiera pedir por todos, los de cerca y los de lejos. Que estos cuarenta días de preparación,  me haga renovar el espíritu y el corazón, para celebrar las Fiestas Pascuales como una persona “nueva”, “renacida” y que pueda dar a mis hermanos, aunque sea una mínima parte del inmenso amor de Jesús.