domingo, 21 de marzo de 2021

 

Domingo de la V Semana de Cuaresma

Jn 12,20-33

En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: «Señor, queremos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera ser­virme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi ser­vidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré? ¿Padre, líbrame de esta hora? Pero si por esto he venido, para esta hora: Padre, glorifica tu nombre.»
Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.»
La gente que estaba allí y lo oyó, decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Aho­ra va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí.»
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba morir.


Reflexión personal

Las lecturas de este tiempo de Cuaresma, a medida que se va acercando la Semana Santa y La Pascua te sobrecoge por la ternura de las palabras de Jesús, parece que está triste por la muerte que le espera, pero en el fondo, siente pena por la terquedad del hombre, por ser tan torpe y no entender que Él ha venido a darnos vida y la vida la rechazamos.
Nadie quiere morir. Pero nos estamos dando cuenta, en este tiempo de pandemia, que no estamos lejos de la muerte, quizás a un pequeño paso, pero nos preguntamos ¿qué valor le estamos dando a nuestra vida? ¿Somos conscientes de que nuestros actos de amor valen más que todo lo conseguido por nuestras propias manos? ¿Somos conscientes de que "perder la vida" como dice Jesús en el Evangelio es darse a los demás? También hemos comprobado en este tiempo de pandemia la generosidad de muchas personas, que incluso, han perdido la vida (como es el caso de médicos/as y enfermeros/as) por salvar la vida de otros.

 Nuestro Señor Jesús ha venido a darnos la Vida, que es Él mismo, pero seguimos sin reconocerle. Su muerte fue un suplicio para Él, pero más le dolería nuestra indiferencia, nuestras ganas de vivir superfluas basadas en el egoísmo, la mentira y la manipulación. Pero todavía hay muchas personas en el mundo, que como el buen ladrón dicen: "Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino". 

Dolores Andréu Galan  
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