domingo, 7 de marzo de 2021

Testimonio vocacional

Hoy al fin ve la luz, este testimonio vocacional, que nuestra Hna. María Dolores Córdoba nos había facilitado en agosto del 2019, y que por haberlo traspapelado hasta hoy no lo he encontrado, pero aunque sea algo más de año y medio después, no puedo dejar de compartirlo en este blog, si sería conveniente recordar que está escrito antes de la pandemia, y por tanto nuestros encuentros anuales, se han dejado de hacer presencialmente en el 2020.

Nací un 13 de octubre, en Daimiel provincia de Ciudad Real, para mi es una fecha preciosa pues coincide con la ultima aparición de nuestra Señora de Fátima. A  los 8 días de nacer, falleció mi madre, por lo que hasta casi cumplir mis 5 años me crié con mi padre y mi abuela. Dios quiso concederme una nueva madre y después dos hermanas. Mi madre tras el nacimiento de mi hermana pequeña, estuvo también a punto de morir, pero gracias a Dios se salvó y vivió hasta casi lo 92 años (mi padre falleció dos años antes, casi a los 90 años). Hemos sido gracias a Dios una familia unida en lo bueno y en lo malo, con unos padres trabajadores, que nos han enseñado siempre a obrar con rectitud y lealtad con todo el mundo.

Nuestra familia ha sido una familia cristiana tradicional,  donde se nos inculcó desde pequeñas el amor a Dios y a María Santísima, nuestros padres fueron los primeros que nos hicieron frecuentar la Iglesia y participar de las prácticas religiosas (aún recuerdo las noches rezando el Santo Rosario, que lo dirigía mi padre).

Con el tiempo, cada una tomamos nuestro camino: laboral, amistades, aficiones, etc. Mis padres y hermanas marcharon a la capital a vivir por motivos laborales de mis hermanas y yo me quedé en el pueblo que es donde tenía el trabajo y además me implique en los ratos que tenía libres, en Cáritas Parroquial en la que he estado 25 años, que para mi han sido muy positivos, no tanto por lo que yo hacía, sino por la riqueza que aportaban las personas con las que tratábamos, con carencias de todo tipo y que veían en muchos casos en nosotros a unos amigos, Además me impliqué también en hermandades, primero en la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, como camarera de la Virgen del Primer Dolor y más tarde en la de nuestra Patrona Nuestra Señora de las Cruces como Secretaria.

Mi contacto con el Instituto de Vida Secular Consagrada “Virgen de la Anunciación”, se remonta a los años 90, ya que al haber ingresado en él mi hermana pequeña y posteriormente la mediana y celebrar los Ejercicios Espirituales y Encuentro en el mes de agosto, mis padres y yo nos íbamos con ellas a la Casa de Espiritualidad y así poco a poco fui conociendo como se desarrollaba la labor del Instituto y fui conociendo a todos sus miembros, que tenían siempre una acogida de familia para con nosotros y me encontraba muy a gusto con todos ellos. 

Nunca me insinuaron nada en el sentido de que pudiera entrar a formar parte del mismo y creo que quizás esa fue una de las razones que poco a poco me fue calando, aunque claro está, si no es por la mano de Dios, quizás no hubiera dado el paso. Ingresé en el Instituto el año 2008 e hice mi profesión perpetua el 2013 y doy gracias a Dios por hacer que tomara esta decisión, de la cual cada día que pasa estoy más contenta.

Ahora mi vida se desarrolla con mis hermanas de sangre, ya que al estar las tres jubiladas, vivimos juntas, y participando en las actividades parroquiales de nuestro pueblo y manteniendo el contacto con el resto de hermanas anunciatinas de España, (sobre todo en nuestro encuentro anual).

Doy gracias a Jesús Maestro y a María Reina de los Apóstoles por haberme  permitido poder tener esta vocación y les pido junto con el Beato Alberione, que me mantengan siempre fiel y con ánimo, para trabajar por el Reino de Dios dentro de mis posibilidades.

Mª. Dolores Córdoba Montemayor

(Anunciatina)