Nací un 13 de octubre, en Daimiel provincia de Ciudad Real, para mi es una fecha preciosa pues coincide con la ultima aparición de nuestra Señora de Fátima. A los 8 días de nacer, falleció mi madre, por lo que hasta casi cumplir mis 5 años me crié con mi padre y mi abuela. Dios quiso concederme una nueva madre y después dos hermanas. Mi madre tras el nacimiento de mi hermana pequeña, estuvo también a punto de morir, pero gracias a Dios se salvó y vivió hasta casi lo 92 años (mi padre falleció dos años antes, casi a los 90 años). Hemos sido gracias a Dios una familia unida en lo bueno y en lo malo, con unos padres trabajadores, que nos han enseñado siempre a obrar con rectitud y lealtad con todo el mundo.
Nuestra
familia ha sido una familia cristiana tradicional, donde se nos inculcó desde pequeñas el amor a
Dios y a María Santísima, nuestros padres fueron los primeros que nos hicieron
frecuentar
Con el tiempo,
cada una tomamos nuestro camino: laboral, amistades, aficiones, etc. Mis padres
y hermanas marcharon a la capital a vivir por motivos laborales de mis hermanas
y yo me quedé en el pueblo que es donde tenía el trabajo y además me implique
en los ratos que tenía libres, en Cáritas Parroquial en la que he estado 25
años, que para mi han sido muy positivos, no tanto por lo que yo hacía, sino
por la riqueza que aportaban las personas con las que tratábamos, con carencias
de todo tipo y que veían en muchos casos en nosotros a unos amigos, Además me
impliqué también en hermandades, primero en la de Nuestro Padre Jesús Nazareno,
como camarera de
Mi contacto
con el Instituto de Vida Secular Consagrada “Virgen de
Nunca me insinuaron nada en el sentido de que pudiera entrar a formar parte del mismo y creo que quizás esa fue una de las razones que poco a poco me fue calando, aunque claro está, si no es por la mano de Dios, quizás no hubiera dado el paso. Ingresé en el Instituto el año 2008 e hice mi profesión perpetua el 2013 y doy gracias a Dios por hacer que tomara esta decisión, de la cual cada día que pasa estoy más contenta.
Ahora mi vida se desarrolla con mis hermanas de sangre, ya que al estar las tres jubiladas, vivimos juntas, y participando en las actividades parroquiales de nuestro pueblo y manteniendo el contacto con el resto de hermanas anunciatinas de España, (sobre todo en nuestro encuentro anual).
Doy gracias a Jesús Maestro y a María Reina de los Apóstoles por haberme permitido poder tener esta vocación y les pido junto con el Beato Alberione, que me mantengan siempre fiel y con ánimo, para trabajar por el Reino de Dios dentro de mis posibilidades.
Mª. Dolores Córdoba Montemayor
(Anunciatina)