La Palabra de Dios tiene un vigor
innato: de nosotros depende
frecuentemente el no disminuirlo.
¿Cómo predicaba san Pablo?¿cómo
predicaban los Apóstoles?¿Cómo
predicaban los grandes doctores de la
Iglesia? Este ministerio requiere fatiga,
constancia, celo, recta intención;
requiere poseer el corazón de Jesús,
su amor a las almas.
Beato Santiago Alberione