El día, 15 de Junio, hizo dos meses que partió a la Casa del Padre, por ese motivo su hermana Rosa María me pidió que escribiese algo sobre ella, cómo la recordamos sus Hermanas del Instituto Virgen de la Anunciación.
Al reflexionar sobre su persona, su forma de ser y de comportarse, he llegado a la conclusión de que Loli Córdoba fue una Santa, de las que pasan por la vida sin hacer ruido, de su bondad nadie tiene dudas, pero de que tuvimos una Santa entre nosotros, en el pleno sentido de la palabra no fuimos conscientes, creo que ni sus mismas hermanas de sangre que convivían con ella.
Voy a exponer en lo que me baso para hacer semejante afirmación.
Simplemente con que dijera que fue una persona, que como al Jesús que llevaba siempre consigo, pasó haciendo el bien, sería suficiente.
Que pasó haciendo el bien, sin ruido, lo atestiguan los numerosos testimonios de las personas que convivieron con ella en su pueblo, donde pasó toda su vida, en las diversas actividades que ella tenía, en las que se entregaba por entero. ¡Cuántas muestras de afecto recibieron sus Hermanas en su nombre después de su muerte! todo el mundo la quería.
Lo fundamental, creo yo, es que fue siempre humilde, nunca la vimos querer sobresalir en nada.
Era muy silenciosa, y sin embargo recuerdo perfectamente en una reunión que teníamos como Anunciatinas, en las que debatíamos algunas cuestiones, no recuerdo de que trataban, sí, que no nos poníamos de acuerdo, y en cierto momento le dije a ella:
Loli, no dices nada, pero creo en que tus opiniones son las más acertadas, y así fueron.
Tenía esos dones del Espíritu Santo, al que oraba cada día pidiéndoselos.
Nunca la vi triste, su alegría era muy serena, no tenía que esforzarse, ella era así.
Se parecía mucho en su comportamiento a la Santísima Virgen, guardaba todas las cosas que no entendía en su corazón, no permitía que sus hermanas entrasen en la cocina, pues por sus dolencias no podían estar mucho tiempo de pie, y ella hacía siempre la comida, aunque algunas veces dejaba que la ayudasen. Cuidaba de sus hermanas con mucha delicadeza, ya que en principio ella era la que gozaba de mejor salud. Estoy segurísima de que aunque estuviese cansada, siempre las cuidaba.
Un detalle de su alma y de su vida, la podemos también tener, en un recuerdo que tengo de ella, hace muchos años, preparando unos centros o ramos de flores en el altar, para una celebración que teníamos para el día siguiente, en ese arte nos superaba, y ni le dábamos la suficiente importancia, y menos se lo daba ella a sí misma. Seguro que esa delicadeza la tenía para todo lo que le rodeaba, el Señor la miraría complacido.
Cuando no entendía algo, pedía aclaración a quién sabía podía dársela, sus Hermanas o a su director espiritual, esto es una confesión hecha por ella misma a un mensaje que una vez le envié por Email.
Creo que vivía para los demás en una sencillez enorme, doy gracias a Dios por el regalo que nos hizo en la persona de Loli, siempre la llevó de su mano, y como en María, hizo obras grandes en ella.
Pensar en su vida, nos puede llevar a imitarla, sobre todo su caridad, vivir como ella vivió, con sencillez, sin razonamientos, humildemente silenciosa, ella fue como uno de los niños de los que Jesús nos pide que seamos para entrar en el Reino de los Cielos, ella vivió ya este Reino en la Tierra e intercede por nosotros en el Cielo.
Mari Muñoz
(isva)
Madrid 20 de junio de 2021