domingo, 1 de agosto de 2021

San José en la vida del P. Santiago Alberione

Para comprender mejor el sentido de la presencia de san José en la Familia Paulina, conviene considerar antes el lugar que ocupó en la vida del Fundador.

Con ocasión del 40 aniversario de la Fundación de la Sociedad de San Pablo (1914-1954), algunos Paulinos pidieron al Fundador que escribiera algo para dar a conocer la historia carismática de la Familia Paulina. Algún tiempo después entregó unos folios manuscritos donde, hablando en tercera persona, ofrecía un relato esencial, que debía ser ante todo “una acción de gracias a Dios –son sus palabras– por las abundantes riquezas de gracia que Dios ha concedido a la Familia Paulina”. Estos preciosos escritos se publicaron tiempo después con el título Abundantes divitiae gratiae suae, el mismo con el que el beato Santiago Alberione había encabezado su escrito (cfr. Ef 2,7).

Por motivos de practicidad, se ha dividido en números. En el número 204, cerrando su relato, el Fundador da gracias a Dios por haber pertenecido a varias organizaciones y grupos católicos, entre ellos, el “Tránsito de san José”. Esta serie de “inscripciones” podría hacer pensar en un “devocionismo” del Fundador. Nada más lejano de la realidad: él era capaz de pasar del acto devocional a la experiencia de Dios que actúa interior y exteriormente, a través de mediaciones que él elige; para él eran instrumentos que le ayudaban a llegar al objetivo principal que era la vida de relación con Cristo, a “vivir en Cristo”. El joven sacerdote Santiago Alberione se inscribió, pues, a la “Pía Unión del Tránsito de san José”, fundada por san Luis Guanella (1842-1915) el 16 de junio de 1917; todos los inscritos se comprometen a celebrar una Misa al año por los moribundos, en un día fijado.

El beato Santiago Alberione demostró en muchas ocasiones y de muchos modos su devoción a san José, incluso eligiendo el nombre de José cuando emitió su primera profesión religiosa en la Sociedad de San Pablo. Predicó mucho sobre él y quiso que se predicase y se escribiese mucho sobre él. A él le dedicó casas, altares, imágenes… Por ejemplo, uno de los altares de la iglesia de San Pablo de Alba, quiso que estuviese dedicado a san José.

Crecido en un clima de devoción popular a san José, el Fundador enseñó siempre a sus hijos a cultivar y a profundizar cada vez más esta devoción. Para ello, introdujo en sus instituciones la costumbre de dedicar al santo Patriarca el mes de marzo, y el primer miércoles de cada mes, con el fin de promover entre los miembros el conocimiento, la reflexión y la oración a san José.