Para comprender mejor el sentido de la presencia de san José
en la Familia Paulina, conviene considerar antes el lugar que ocupó en la vida
del Fundador.
Con ocasión del 40 aniversario de la Fundación de la
Sociedad de San Pablo (1914-1954), algunos Paulinos pidieron al Fundador que
escribiera algo para dar a conocer la historia carismática de la Familia
Paulina. Algún tiempo después entregó unos folios manuscritos donde, hablando
en tercera persona, ofrecía un relato esencial, que debía ser ante todo “una
acción de gracias a Dios –son sus palabras– por las abundantes riquezas de
gracia que Dios ha concedido a la Familia Paulina”. Estos preciosos escritos se
publicaron tiempo después con el título Abundantes divitiae gratiae suae,
el mismo con el que el beato Santiago Alberione había encabezado su escrito
(cfr. Ef 2,7).
Por motivos de practicidad, se ha dividido en números. En el
número 204, cerrando su relato, el Fundador da gracias a Dios por haber
pertenecido a varias organizaciones y grupos católicos, entre ellos, el
“Tránsito de san José”. Esta serie de “inscripciones” podría hacer pensar en un
“devocionismo” del Fundador. Nada más lejano de la realidad: él era capaz de
pasar del acto devocional a la experiencia de Dios que actúa interior y
exteriormente, a través de mediaciones que él elige; para él eran instrumentos
que le ayudaban a llegar al objetivo principal que era la vida de relación con
Cristo, a “vivir en Cristo”. El joven sacerdote Santiago Alberione se
inscribió, pues, a la “Pía Unión del Tránsito de san José”, fundada por san Luis
Guanella (1842-1915) el 16 de junio de 1917; todos los inscritos se comprometen
a celebrar una Misa al año por los moribundos, en un día fijado.
El beato Santiago
Alberione demostró en muchas ocasiones y de muchos modos su devoción a san
José, incluso eligiendo el nombre de José cuando emitió su primera profesión
religiosa en la Sociedad de San Pablo. Predicó mucho sobre él y quiso que se
predicase y se escribiese mucho sobre él. A él le dedicó casas, altares,
imágenes… Por ejemplo, uno de los altares de la iglesia de San Pablo de Alba,
quiso que estuviese dedicado a san José.
Crecido en un clima de devoción popular a san José, el
Fundador enseñó siempre a sus hijos a cultivar y a profundizar cada vez más
esta devoción. Para ello, introdujo en sus instituciones la costumbre de
dedicar al santo Patriarca el mes de marzo, y el primer miércoles de cada mes,
con el fin de promover entre los miembros el conocimiento, la reflexión y la
oración a san José.