"Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a
los hombres que ama el Señor!" (Lc 2,14). Este
programa divino debe ser también el de todo
cristiano: todo para mayor gloria de Dios y
para la conquista de la paz interior y celeste;
en ello están comprendidas todas las buenas
y rectas intenciones que presentamos a Dios.