El apóstol tienda a perfeccionar no solo una de las facultades humanas, sino todo el hombre como es: dotado de intelecto, voluntad y sentimiento, exponiéndole contemporáneamente la verdad que ha de creerse, la vía que se ha de seguir y el modo de obtener de Dios la gracia de creer y actuar según la propia vocación (AE, 222).
Beato Santiago Alberione