El Señor da las gracias proporcionadas y correspondientes al oficio asignado a cada cual. Él ilumina, dilata el corazón, suple lo que falta; guía a los superiores a conocer su voluntad; a comunicarla rectamente; a respaldar a las almas en la obra de su salvación. Hemos de contar mucho sobre estas gracias (APD47, 167).
Beato Santiago Alberione