Si el Hijo de Dios se sometió a dos criaturas, si por obediencia baja a las manos del sacerdote, ¿qué excusa opondremos a obedecer los designios divinos? Si Jesús obedeció a sus mismos verdugos, ¿qué motivo o protesta tenemos para rebelarnos a la voluntad de Dios? (PrP I,78).
Beato Santiago Alberione