Jesús, divino Maestro, te adoramos con los ángeles que cantaron el motivo de tu encarnación: “Gloria a Dios y paz a los hombres”. Enciende en nosotros la llama del celo de tu mismo amor al Padre y a los hombres. ¡Ven, Maestro y Señor!, enseña y reina, por medio de María, nuestra madre, maestra y reina.
Beato Santiago Alberione